El papel de la mujer es y ha sido siempre fundamental en todas las sociedades desde que el mundo es mundo. Ellas pueden dar vida y energía, abnegación y comprensión, amor y sabiduría, para mantener el equilibrio necesario en la sociedad y en el hogar.
Si nos asomamos a la historia más reciente, mirando atrás hace apenas 60 años que la mujer pudo ejercer por vez primera su derecho al voto y a ser considerada una ciudadana de primera. Todo esto se logró gracias a mujeres pioneras que a través de su constante lucha sirvieron de ejemplo y consiguieron forzar cambios importantes, al no poderles negar la evidencia de que la mujer tiene un lugar muy significativo en la sociedad – y me atrevo a decir- “por Ley de Vida”.
A pesar de que aún queda un largo camino por recorrer, deberíamos ser ecuánimes y valorar los logros que la mujer ha conseguido en su ardua lucha por alcanzar la igualdad y su equiparación con el hombre hasta nuestros días.
A pesar de los logros conquistados hasta el día de hoy, en este siglo XXI la mujer deberá enfrentarse a grandes desafíos, tendrá que seguir trabajando para mantener el territorio conquistado, pero sin lugar a dudas, la mayor de las batallas que deberá librar será “la conquista de sí misma”.
Sinceramente pienso, que en la actualidad la mujer ha pasado de un extremo al otro. Si bien antes tenía el rol que le vino impuesto por la sociedad machista, ahora trata de encontrar su lugar en el mundo, compitiendo y/o rivalizando con el hombre, cuando en realidad el Universo femenino es tan magnífico, al igual que el del hombre, que ambos bien complementados, pueden llegar a conquistar la armonía en una sociedad enriquecida por los valores, características y singularidades de ambos sexos. Sin embargo tengo la sensación de que la mujer hoy en día se está alejando de sí misma, de su naturaleza, de su propia esencia…, haciendo limitado uso de los dones femeninos con los que el universo la ha dotado.
Quisiera hacer mención del libro de Herminia Gisbert “uno+uno=UNO” en el que con su particular sabiduría y enfoque de la dualidad Él /Ella, escribe lo siguiente:
“En el seno de la sociedad, podemos relacionar lo femenino con el misticismo, la religión y el arte y lo masculino con la ciencia, la investigación y la política. Sin embargo, no debemos olvidar que ambas posibilidades de conocimiento – racional e intuitivo – ambos modos de experiencia _ intelectual y sensible – y ambas formas de actuar – egoacción y ecoacción – son dos aspectos complementarios, totalmente necesarios para la evolución y desarrollo tanto del individuo como de la sociedad humana en general, pues como bien dicen los filósofos, el bien no se haya en el yin o en el yang, sino en una sabia armonía entre ambos”.
Creo llegado el momento de que la mujer haga un alto en el camino y empiece a revisar sus valores, su actitud, sus creencias, sus sueños, etc. Es aquí donde el Coaching tiene un papel muy importante de ayuda, puesto que acompaña mediante preguntas concretas, hacia la conexión con una misma, con su centro de poder…, hasta el origen donde fluye el manantial interior en el que se encuentran todas las respuestas necesarias para la vida. Es un proceso de toma de conciencia, de saber qué es importante y qué es superfluo. Es un proceso de transformación que permite convertirte en la mejor versión de ti misma.
A través de mi experiencia como coach, soy testigo de cómo la mujer que vive un proceso de coaching puede llegar, desde la conexión consigo misma, a armonizar su vida profesional con su vida familiar y personal, a sentirse merecedora de una vida mejor, a hacer elecciones más conscientes y a utilizar su intuición femenina como brújula en su camino. En definitiva, a sentir el orgullo de SER MUJER.