Acabo de llegar de dar una clase de Mindfulness. Me siento delante de mi ordenador y me pongo a revisar correos, página de Facebook, Twitter, y de repente veo un mensaje en el Facebook de una persona que no conozco. Me llama la atención la foto de su perfil pues parece que es la de un chico que va en silla de ruedas y con una máscara en la cara para respirar. Pienso que al mensaje de “hola, buenas noches” con el que se presenta, merece la pena contestar.
Al cruzar cuatro palabras ya percibo un liderazgo de rompe y rasga y le digo. “Vaya, Jaime, tu eres un pedazo de líder” y el me responde “Soy un revolucionario de los discapacitados”. Ante esto, mi corazón alegre responde “bienvenido, entonces, a la revolución del amor”.
Me habla de su blog y de que necesita expandir su misión: él ha nacido para demostrar al mundo que se puede ser feliz en una silla de ruedas.
Me dice que él es feliz y que se siente muy vivo gracias a su lucha para que se investigue sobre las enfermedades “raras”.
A él se le diagnosticó una distrofia muscular Duchenn de nacimiento.
Me habla de su blog Departamentodeximo y de su lucha feliz.
En su blog veo fotos de él con la selección española, con sus amigos y familiares, aquí y allá…Me doy cuenta de que este chaval no para. 26 años y arrastra corazones allí donde vaya.
Leo en su blog algunos de sus consejos de vida para ser feliz:
“En esta vida hay que echarle un poco de cara y de esta forma conseguirás mas cosas”. “Hay que tener una cosa clara, que para hacer todas estas cosas hay que ser decidido y no pensar mucho las cosas, que si no, no hacemos nada”. “Muchas veces es mejor no preguntar, porque si preguntas si se puede pasar, lo más seguro es que te digan que no. Y la mejor de todas “Cada persona es como es y al que no le guste, a tomar por… ”.
Con sus apenas 26 años, Jaime me ha demostrado que el verdadero liderazgo es el liderazgo del corazón. Desde ahí, todo, absolutamente todo es posible, y si no que se lo pregunten a Jaime, que de esto es una gran lección de vida.
Gracias, Jaime, por liderar un mundo de discapacitados y por recordarme que los verdaderos discapacitados son aquellos que no saben amar.