La transformación que viene y cómo modelará la nueva cultura empresarial

Por Francisco Giménez Plano, Fundador y CEO de Augere

Publicado por Diario Responsable, en la sección de Opinión, el pasado 5 de mayo de 2022.

De qué hablamos cuando hablamos de cultura organizacional

La cultura, entendida como identidad, alude a las características más arraigadas de una organización como comunidad laboral. Refleja la fortaleza e idiosincrasia de una empresa. Tiene que ver con supuestos básicos inalterables sobre la colaboración entre las personas, las relaciones mutuas, la relación entre las personas y su entorno. Constituyen la base de valores, normas, muchas veces no escritas y usos relativos a lo que se considera adecuado y lo que no. Se nutre y se sostiene en el discurso y en los ritos, en el comportamiento en la organización y en la manera en la que las personas trabajan juntas. Se refiere, incluso, a las formas obvias de expresión, como el uso del lenguaje, el “libro de estilo” de la organización, los rasgos de la indumentaria y el estilo de gestión.

La cultura de una organización evoluciona en la medida que lo hacen experiencias que en ella se viven. Por lo tanto, la cultura se debe ver como la consolidación de procesos de aprendizaje en los que se está abierto al cambio gracias a nuevas situaciones. Así, la cultura se convierte en algo dinámico que evoluciona y se transforma con el tiempo.

¿Qué está impactando en la transformación de la cultura empresarial?

Considero tres drivers principales que están impactando en la transformación de la cultura empresarial: transformación digital, sostenibilidad e impacto en el entorno y capitalismo de stakeholders y construcción de comunidad.

1. Transformación digital

Aunque la tecnología ha sido un elemento definidor de las industrias, los modelos comerciales y de negocio y las cadenas de suministro, el golpe vivido por la pandemia ha acelerado la digitalización de las empresas de todo el mundo. Así lo refleja el informe CEO Outlook 2020: Covid-19 de la consultora KPMG, señalando el 80% de las empresas en el mundo.

A través de la inversión en su transformación digital, las empresas pueden sentar las bases para fortalecer su resiliencia a largo plazo frente a futuras crisis. Sin embargo, las empresas que tardan en abrazar esta transformación, en particular las pequeñas, se han vuelto especialmente vulnerables a las interrupciones de los nativos digitales.

Las PYMES tienen un papel central en esta transición, no solo porque representan la mayor parte de las empresas de la UE, sino porque también son una fuente fundamental de innovación y de creación de empleo. En este sentido, más de 200 centros europeos de innovación digital e industrial y los clústeres de la UE tienen por objetivo apoyar la transformación digital de las PYMES innovadoras y no digitales y conectar a los proveedores digitales con los ecosistemas locales. El objetivo es lograr un alto nivel de intensidad digital, sin dejar a nadie atrás.

2. Sostenibilidad e impacto en el entorno

Según Julie Sweet, CEO mundial de Accenture, “sostenibilidad es el nuevo digital, y todos los negocios deberán ser sostenibles”. Los estudios realizados por la compañía, auguran más del doble de probabilidades de mejorar el posicionamiento para las empresas que armonicen ambos conceptos: sostenibilidad y digitalización.

Uno de estos estudios señala que el 93% de las empresas estadounidenses consideran que la sostenibilidad es una tendencia duradera. Así, muchas empresas están llevando a cabo importantes iniciativas de sostenibilidad para mejorar la eficiencia de sus operaciones y reducir el impacto en el medio ambiente. De hecho, según una nueva encuesta realizada por Honeywell y The Business Journals, el 80% empresas estadounidenses encuestadas dicen que la sostenibilidad es un imperativo operativo y tienen iniciativas en marcha, mientras que el 70% dice que han integrado la sostenibilidad en sus procesos de planificación estratégica.

A pesar de ello, según el informe ESG y Consejos de Administración elaborado por PWC, es un hecho que, en el contexto actual, existe cierto desconocimiento sobre los conceptos amparados bajo las siglas ESG (del inglés, Environmental, Social and Governance), especialmente a nivel del papel que debe desempeñar el Consejo de Administración en la supervisión de la estrategia ESG en la empresa. Para muchos, el término ESG alude a aspectos ambientales, como el cambio climático y la escasez de recursos. Éstos son, sin duda, elementos de ESG y, de hecho, elementos importantes, pero el término ESG abarca mucho más. Cubre asimismo temas sociales, como las prácticas laborales de una empresa, la seguridad y salud de los empleados, la seguridad del producto o la seguridad de la información; cubre también asuntos de gobierno corporativo como la diversidad del Consejo, la remuneración de ejecutivos, la ética empresarial o la transparencia fiscal. Todos estos intangibles van a tener un papel fundamental en la creación de valor de la empresa a largo plazo.

3. Capitalismo de Stakeholders y construcción de comunidad

Aunque hoy día sea un tema central en el mundo empresarial, el concepto de stakeholders se remonta tiempo atrás. Klaus Schwab, Fundador del Foro Económico Mundial, escribió sobre esto por primera vez en 1971. Pero sus raíces se remontan a las décadas de 1950 y 1960, cuando era bastante natural que una empresa considerara en el éxito de una empresa no solo a los accionistas, sino a todos los que «participaban» en torno a ella. Ese es el núcleo del capitalismo de stakeholders: una forma de capitalismo en la que las empresas no solo optimizan el beneficio a corto plazo para los accionistas, sino que buscan la creación de valor a largo plazo, teniendo en cuenta las necesidades de todos sus grupos de interés y de la sociedad en general.

Pero como principio organizativo global para las organizaciones empresariales, el concepto de grupos de interés compitió frontalmente con la noción de «primacía de los accionistas o valor para el accionista» del economista de la Universidad de Chicago, Milton Friedman. Sostuvo que “el negocio de los negocios es el negocio” (o, como él mismo escribió literalmente: “la responsabilidad social de la empresa es obtener ganancias”), y el enfoque de grupos de interés perdió la batalla.

El modelo de stakeholders tal como lo conocemos hoy, parte de la idea de que cuando el bienestar de las personas y el planeta están en el centro del negocio, los grupos de interés clave contribuyen a su mejora. Como todos estos grupos y sus objetivos están interconectados, uno no puede tener éxito si los demás fracasan.

Cuatro pilares para la transformación empresarial

Para afrontar los desafíos que estos tres drivers de la transformación proporcionan, las organizaciones necesitan evolucionar en cuatro ámbitos, que se convierten en pilares que sostendrán las ventajas competitivas de muchas empresas en el futuro. Son los siguientes:

1. Un nuevo modelo tecnológicoOrientado a incrementar la eficiencia de los procesos y garantizar una estrecha relación entre los stakeholders, con los que construir una comunidad, mostrando lo que la compañía es de manera transparente y ofreciéndoles una relación a largo plazo que, más allá de su valor tangible, les otorgue sentido. Así, las nuevas tecnologías adquieren el rango de motor de la transformación.

Sin embargo, quedan retos pendientes que se convierten en factores de desigualdad. Los primeros están relacionados con el tamaño de las empresas, en las que las pequeñas todavía tienen un menor acceso a la digitalización. Los segundos, con su ubicación geográfica, dado que las empresas situadas fuera de las áreas metropolitanas no cuentan con las infraestructuras tecnológicas suficientemente avanzadas.

Por otro lado, la tecnología tiene que ir acompañada de la actitud emprendedora, que hace que las personas se involucren en aportar soluciones ágiles a los problemas inmediatos y anticiparse a los desafíos futuros.

2. Un nuevo modelo de gestión sostenible Basado en metodologías ágiles, centrado en los datos y las métricas, en permanente revisión desde una mentalidad de innovación continua y construido sobre un nuevo mapa de competencias emergentes. La visión lineal dominante se amplía hacia una visión sistémica y orgánica de la realidad empresarial. La responsabilidad de la empresa con su entorno se refleja en sus decisiones y estrategias a largo plazo, poniendo acento en el impacto medioambiental, social y en su gobernanza.

Las métricas cobran un protagonismo como nunca antes lo habían tenido. La accesibilidad a los datos en la era digital permite a las empresas tomar decisiones de negocio mejor fundamentadas y más eficaces. A su vez, ello requiere construir una cultura acorde. Las culturas tradicionales chocan con este planteamiento, en tanto que sus modelos de gestión se sostienen en estructuras organizativas y procesos de decisión cristalizados que no proporcionan la flexibilidad y agilidad de respuesta necesarios. Las culturas emergentes incorporan la agilidad como filosofía y como base metodológica para facilitar que sus procesos de gestión fluyan. Implantar una cultura ágil requiere romper paradigmas internos de manera constante.

En este contexto de transformación se suma un siguiente factor que impactará en el modelo de gestión, como es la evolución de los requerimientos competenciales para el desempeño de los nuevos empleos que emergen como consecuencia de la incorporación de tecnologías y la automatización.

3. Un nuevo modelo relacionalPresencial y remoto, cuidando la salud y bienestar de las personas, basado en equipos ágiles, integrados y alineados, en los que predomina una actitud emprendedora y se aprovechan todas las sinergias que proporciona el valor de la diversidad. Los límites organizacionales se desdibujan y la empresa forma parte de una comunidad más amplia. El empleo, tal cual lo conocemos hasta ahora, desaparece, dando paso a una nueva cultura de trabajo.

Los modelos de relación entre las empresas y sus colaboradores está cambiando de manera radical. Los lindes de la organización desaparecen y lo interno y externo pasa a formar parte de un mismo espacio relacional, una comunidad de stakeholders. Los equipos se integran en torno al conocimiento y el propósito compartido, con los expertos necesarios, en nómina o fuera de ella. El alineamiento de estos equipos se vuelve imprescindible, poniendo el acento en la dinámica productiva y positiva que estos sean capaces de crear para ser eficientes en el logro de sus metas. No es sólo el qué hacemos, sino también el cómo lo hacemos.

Las organizaciones en el contexto de la digitalización tienen que flexibilizarse, se hacen permeables al entorno y se abren a un equilibrio entre caos y orden, como forma de responder a la complejidad creciente. Frente a los modelos lineales y jerarquizados existentes, evolucionan sus estructuras hacia modelos caórdicos. Para ello se requiere un nuevo marco mental sistémico: pensar en red, hacer conexiones aleatorias, generar ideas en espirales colaborativas, responder con agilidad y navegar con naturalidad en la incertidumbre.

La diversidad es clave. El conocimiento y la experiencia se distribuye independientemente de etiquetas y sesgos. Construir puentes para compartirlo, aprovecharlo, potenciarlo y multiplicarlo, poniendo en valor el talento de cada persona, es una necesidad para afrontar los retos emergentes.

4. Un nuevo modelo de liderazgoTransformador y desarrollador, impulsado por un propósito inspirador, capaz de diseñar estrategias en un contexto hiper-VUCA, atendiendo a los signos que constantemente proporciona un futuro emergente y, desde un pensamiento crítico, tomar decisiones éticas y sostenibles.

Un contexto hiper-VUCA conlleva una evolución de los liderazgos tradicionales, basados en la jerarquía, la planificación y el control a un modelo basado en un liderazgo con propósito, inspirador y consciente. El nuevo liderazgo tiene que ver con la confianza y el sentido. La empresa en la era digital forma parte de una comunidad más amplia que le pide responsabilidad, implicación y acción en los desafíos que tiene que afrontar la sociedad.

El liderazgo para afrontar la transformación nunca se puede delegar. Es responsabilidad del primer ejecutivo y de todo su equipo asumir su papel protagonista. Además de patrocinarla, deberá dedicar recursos dimensionados a la transformación que se pretende acometer, diseñar un proceso de cambio estructurado que sirva de referencia para todos aquellos que tienen que involucrarse en su implementación, facilitar la participación y engagement de las personas y equipos, impulsar una comunicación abierta y frecuente con el conjunto de los stakeholders, llevar a cabo una gestión integrada, desde una visión sistémica del proceso de transformación y vincular a los mandos intermedios como impulsores y agentes del cambio.

 

Equilibrio de los cuatro pilaresImpulsar la transformación empresarial requiere apoyarse en los cuatro pilares por igual y de manera equilibrada y en espiral. Avanzar en uno sin avanzar en los otros no traerá los resultados que se desean. Afrontar el desafío no resulta fácil ya que se trata de procesos complejos. Conlleva, además, retar el statu-quo y vencer todas las resistencias que se opongan al cambio. Pero a estas alturas ya ha quedado demostrado que se trata de algo imprescindible. Que cada uno valore si se trata de asumirlo como un riesgo o como la verdadera oportunidad de transformar nuestras empresas y contribuir a transformar el tejido empresarial y con ello el modelo económico en Europa y, especialmente en nuestro país.

 

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En un entorno cada vez más volátil e incierto, que cada miembro de la organización aporte valor en el desarrollo de la estrategia y consecución de los objetivos pasa a ser clave para alcanzar el éxito. Solo las organizaciones con equipos integrados alrededor de una visión y propósito compartidos serán capaces de conseguir resultados extraordinarios y anticiparse al futuro que trata de emerger.

El programa Agentes de transformación proporciona las claves para crear el entorno propicio para la integración y el alineamiento de equipos en una organización y abordar el proceso de cambio que esta necesita desde la responsabilidad individual y una visión sistémica.

A través de metodologías de coaching individual, de coaching sistémico y de mentoring se desarrolla un itinerario de desarrollo con alto impacto en el alineamiento de las personas y equipos, cultura y estrategia de negocio de la compañía.

El programa consta de 8 sesiones webinar de formación en streaming.

 

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4 pilares para la transformación empresarial

Por Francisco Giménez Plano, Fundador y CEO de Augere

La pandemia ha contribuido a romper paradigmas establecidos en la cultura de muchas organizaciones respecto a los modelos de trabajo, relación y cooperación. El distanciamiento físico al que nos hemos obligado ha impulsado el teletrabajo y el uso de herramientas colaborativas que han facilitado la comunicación y cooperación de los diferentes stakeholders, han permitido mantener las operaciones en marcha e, incluso, han contribuido a incrementar la productividad.

Las empresas han sabido reaccionar de manera positiva a los acontecimientos, afrontando esta situación de adversidad con resiliencia y demostrando que es posible evolucionar y transformarse cuando lo necesitan. Seguramente, como consecuencia de ello el proceso de digitalización de nuestra sociedad y de nuestras empresas habrá recorrido el camino que, en unas condiciones de normalidad, hubiera hecho en una década. Pero ya nada volverá a ser como antes de la pandemia. No hay posibilidad de regresar a la anterior normalidad. El mundo ha cambiado para siempre y, ahora, las organizaciones tienen la oportunidad de dar forma al futuro que desean, de manera proactiva y sin reaccionar a las circunstancias, en lugar de simplemente gestionar el futuro que viene.

Francisco Giménez Plano, fundador y CEO de Augere comparte su visión en este extenso artículo que publica la revista ORH en su número 163, de Enero de 2021. En él, nos presenta cuatro pilares sobre los que fundamentar la transformación que muchas empresas necesitan. No se puede cambiar uno sin hacer cambios en el otro. No se puede evolucionar en uno sin evolucionar en el otro. La complejidad a la que hoy nos enfrentamos en las organizaciones nos obliga a mirar la realidad desde una perspectiva sistémica. Solo la combinación en equilibrio de estos cuatro elementos permitirá garantizar el éxito en la transformación de nuestros negocios.

 

 

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Las 10 competencias clave en 2025

Por Francisco Giménez Plano, Fundador y CEO de Augere

La evolución del trabajo, cada vez más ligado a la tecnología y la automatización, significa un cambio en las competencias que se requieran en los próximos cinco años. El último Informe Sobre el Futuro del Empleo 2020 del Foro Económico Mundial estima que aquellos que permanezcan en sus actuales posiciones necesitarán evolucionar el 40% de las competencias que hoy desempeñan. A su vez, el 50% de todas las personas empleadas necesitarán desarrollar competencias transversales, aquellas que consideraríamos propias del ser humano. Ese famoso reskilling del que tanto hablamos.

Entre las competencias que aparecen como clave, el pensamiento crítico y la resolución de problemas encabezan la lista de habilidades cuya demanda las empresas manifiestan que crecerá en los próximos cinco años. Sumado a esto, el contexto hace aparecer nuevos requerimientos relacionados con la capacidad de autogestión, como son el aprendizaje ágil o la resiliencia, gestión del estrés y flexibilidad. A estas competencias se añaden las propias del entorno digital, como son el marketing de productos, marketing digital e interacción persona-computadora.

 

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publicado en revista Revista Observatorio de RRHH-ORH en su número 162, de diciembre.


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Competitividad en tiempos de crisis: ¿juegas a ganar o a no perder?

Francisco Giménez Plano, fundador de Augere

Competitividad

La pandemia ha puesto a las empresas ante el espejo y, lo que vemos al mirarnos, en la mayoría de los casos no nos gusta. Seguramente no estábamos preparados para afrontar el desafío competitivo que la realidad nos impone.

La falta de tamaño del tejido empresarial español sigue siendo un importantísimo lastre para la competitividad, que influye en la capacidad para dar respuestas a mayor escala y de estar preparados para afrontar las crisis con una mochila más repleta y variada de recursos.

La insuficiente presencia en mercados globales, a pesar del fuerte impulso de internacionalización de la economía y de la empresa española, así como del incremento del número de empresas exportadoras, todavía es una asignatura pendiente para la mayoría que, pensando en pequeño, se pierde las grandes oportunidades.

Una gestión del talento más que mejorable. Una experiencia del empleado con enormes lagunas y que prácticamente solo las grandes empresas son capaces de cuidar. Es simple, sin empleados satisfechos, no tendremos clientes satisfechos. Bien al contrario, cualquier compañía inteligente sabe que convertir a sus empleados en embajadores de su marca resulta tener un extraordinario impacto, también en la cuenta de resultados.

Una cultura de compañía que en muchos casos hace grietas en tiempos de crisis. Lo que se defendía como fundamental se desmorona ante la adversidad, para centrarse en factores puramente higiénicos, donde lo importante, ya no son las personas, como antes nos enorgullecía decir.

Algunos aspectos maquillan el reflejo en ese espejo, como ha sido la masiva adopción de tecnologías que han facilitado el teletrabajo de las personas empleadas y la aceleración de la digitalización, sobre todo en el ámbito de la relación con el cliente, abriendo un nuevo y amplísimo terreno de juego al que muchas empresas no se habrían lanzado. Todo ello, con seguridad, nos ha hecho recorrer el camino que hubiera costado una década, en tan solo unos meses.

Un cambio de mentalidad

Todos estos desafíos competitivos no se podrán abordar en las pequeñas y medianas empresas si no es con un cambio radical de mentalidad. El contexto ha cambiado y las soluciones deben ser más creativas e innovadoras que nunca. Disruptivas. Pero la gran pregunta que debemos hacernos ahora, sigue siendo la misma: ¿jugamos para ganar o lo estamos haciendo para no perder?

Jugar a no perder significa asumir el papel de víctima, ceder el control de nuestras estrategias y acciones y reconocer que no tenemos opciones sobre las que construir alternativas que nos permitan afrontar los desafíos que se nos presentan.

Por el contrario, jugar a ganar significa hacernos dueños de nuestro futuro con responsabilidad, viendo los retos que tenemos que afrontar como oportunidades para reforzarnos y abrir nuevos canales en nuestros negocios o desarrollar nuevos productos o servicios, identificar nuestras fortalezas y traccionar sobre ellas las soluciones que necesitamos poner en marcha.

Con seguridad, los tiempos turbulentos que nos toca vivir van a exigir poner foco en aquellas pocas cosas que mejor sepamos hacer, que marquen la diferencia y generen una ventaja competitiva sobre la que construir nuestro futuro. No olvidemos que donde ponemos el foco, ponemos la energía y, donde ponemos la energía, las cosas suceden.

Pregúntate: ¿Qué reto tengo que afrontar en este momento? ¿Quién estoy llamado a ser? ¿Cómo decido afrontarlo desafiando mis perspectivas? ¿Cómo puedo responder de una manera más eficiente? ¿Cómo puedo afrontarlo con valentía asumiendo un riesgo controlado? ¿Qué estoy aprendiendo de esta situación?

Define tu próximo paso y mide

Detrás de ti, sientes el tiburón que viene persiguiéndote. Tu próximo paso te lleva a un terreno desconocido, ya que si acabas llegando a un lugar que te resulta familiar, seguramente no será el adecuado.

Toma decisiones y acciones con determinación para salir del lugar en el que estás, y ¡hazlo ya!. Estírate para ir más allá del nivel en el que hasta el momento has estado operando. Pon al cliente en el foco de todo ello, tratando de resolver sus problemas y de hacerle las cosas muy fáciles. Haz que se trate de que todos a tu alrededor formen parte, se sientan implicados y contribuyendo, creando un “eco-sistema”, por encima de ese “ego-sistema” en el que lo importante solo eres tú. Un “eco-sistema” en el que todos sus componentes se ponen al servicio del conjunto con una manifiesta actitud emprendedora. Las soluciones provienen de todos, sin caer en el error de declinar la responsabilidad en los demás, hoy personas teletrabajadoras en su mayoría, que han abrazado las nuevas formas de trabajo con enorme productividad, pero también con un sacrificio personal difícil de sostener en el tiempo. ¡Cuídalos! Y, finalmente, no pierdas el ojo en la generación de caja.

Para que tu próximo paso y el de tu compañía tenga la efectividad que deseas tiene que trascender y que de algún modo suponga una contribución significativa para tus stakeholders. ¡Mide el avance! Muchas empresas se enfocan en medir sus procesos operativos. La mayoría miden sus resultados. Pocas miden el impacto de lo que hacen en sus clientes y en el entorno. Y muchas menos las que se enfocan y miden su contribución. Esto es lo que marcará la diferencia, por que es lo que realmente tiene sentido. También ahora, pues el cliente sigue deseando aquellos intangibles que continúan aportando valor más allá de la razón por la cual los productos y servicios han sido creados.

Reinventarse

Si tu compañía, o tú mismo, no has afrontado la reinvención como algo siempre necesario y que se ha de acometer cuando el viento es favorable, lo tendrás que hacer ahora, porque la reinvención es en este momento fundamental para garantizar la competitividad que permitirá la supervivencia de tu negocio.

 

 

 


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Post publicado por Cepymenews

7 factores de competitividad de las empresas

Francisco Giménez Plano, fundador de Augere

La Cámara de España define la competitividad empresarial como la capacidad que tiene una empresa de hacer las cosas mejor que su competencia, ya sea en términos de producto, producción, costes, calidad,… de manera que al final suponga una ventaja a la hora de hacer el negocio más rentable.

Más allá de los aspectos puramente económicos, que esta definición identifica como costes, ya sean imputables a la operación para ofrecer un producto o servicio, entre los que se incluirían los costes salariales que tanto preocupan a las patronales, existen otros factores de igual o mayor importancia que van a afectar a la competitividad de una compañía. Analicemos siete factores que influyen en la competitividad de las empresas: 

 

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  1. Cultura de compañía

La cultura de una organización se ha convertido en uno de los elementos fundamentales de diferenciación y competitividad en las empresas. Entendemos por cultura la forma en que las personas de una organización hacen su trabajo todos los días. Es la manera en la que se expresa su estilo de liderazgo a través de sus comportamientos. La cultura es el driver principal de todas las políticas, prácticas y procesos internos y el impulsor fundamental del desempeño de las personas.

  1. Experiencia del empleado

En relación a lo anterior, cada día toma mayor relevancia la experiencia del empleado. Decimos que tendremos clientes satisfechos si tenemos empleados satisfechos. En esta dirección trabajan muchas de las empresas que tratan de hacerse atractivas para sus colaboradores, en España, compañías como ING, Sanitas, Generali o  Mediaset, y en el resto del mundo.

  1. Talento

El talento es otra de las claves para la competitividad de una compañía. Hoy hemos de hablar, además de talento multigeneracional, en tanto que en una misma compañía conviven diversas generaciones con valores y expectativas significativamente distintas.

Atraerlo, retenerlo, desarrollarlo y potenciarlo para ponerlo en valor allá donde lo necesite la empresa en cada momento requerirá programas y acciones específicas de acuerdo con la estrategia de negocio de la empresa. Una compañía de telecomunicaciones, una de productos alimenticios, una de tecnologías de la información, una de salud y venta de productos médicos y una de hostelería, encabezan el ranking de las mejores empresas para trabajar, en su edición de 2018.

  1. Construir comunidad con el cliente

Las personas quieren ver reflejados sus valores también en sus actos de consumo. Por ello elegirán qué productos comprar o qué servicios consumir en función de como vean que estos representan su estilo de vida.

Compañías como The Body Shop han sabido construir comunidad con sus clientes al ofrecer productos que, además de ser excelentes para su función, garantizan que han sido elaborados sin experimentar con animales o contribuyendo al comercio justo con los productores de sus materias primas, cosa que es importante para sus consumidores. 

  1. Innovación

Casi el 90% de españoles tiene una visión positiva de la innovación, pero más de la mitad opinan que en España hay poca cultura de innovación, según una encuesta realizada por Cotec, la Fundación para la Innovación, sobre la percepción de la innovación en España. A buen seguro los datos reflejan la realidad sobre otro de los elementos clave para la competitividad de las empresas. Según el último ranking en innovación realizado por Bloomberg y que califica el gasto en investigación y desarrollo y la concentración de empresas públicas de alta tecnología, nuestro país se encuentra en el puesto 29 en innovación, justo por detrás de República Checa, Hungría y Malasia. 

  1. Tecnología

Otro factor de competitividad es el uso de la tecnología. La conectividad permite el trabajo en red e integra equipos que pueden estar trabajando desde cualquier parte del mundo. El cloud permite acceder a información y datos compartidos en tiempo real. La inteligencia artificial posibilitará, de manera generalizada en un periodo muy breve, automatizar procesos que serán gobernados por algoritmos, la realidad virtual facilitará el aprendizaje organizacional llevándolo a un nivel experiencial hasta ahora no conocido, la robotización permitirá eliminar tareas repetitivas que dejarán de ser realizadas por personas o el big data permitirá gestionar grandes volúmenes de información para actuar de forma predictiva. Y así con innumerables tecnologías. Las compañías que las incorporen gozarán de ventajas competitivas sobre el resto de jugadores.

  1. El mundo como mercado

Según un estudio realizado por el Real Instituto El Cano, en los últimos años, el proceso de internacionalización de la economía y la empresa española ha recibido un fuerte impulso. En paralelo al aumento de las cifras de internacionalización ha habido un crecimiento significativo del número de empresas que exportan de forma regular. El tamaño empresarial es un condicionante clave para abordar dicho objetivo. 

En definitiva, con casi toda seguridad, a la hora de hablar de competitividad de las empresas, la definición que nos ofrece la Cámara de España se nos queda corta. Factores como los descritos van a contribuir de manera decisiva a construir ventajas competitivas difíciles de imitar por los competidores.

 

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Post publicado por Fundación Ibercaja en su sección Empresa Competitiva- eCom pinchando aquí

Las cuatro preguntas del líder

Por: Francisco Giménez Plano, fundador de Augere.

El liderazgo no es una cualidad que debiéramos atribuir solo a aquellas personas que elevamos como referentes en nuestra sociedad. Aquellas que, por la razón que sea, destacan en algún ámbito determinado. Líderes somos todos, en tanto que todos hemos de liderar nuestra vida.

Sin embargo, sí atribuimos el liderazgo a aquellos a los que reconocemos la capacidad de influir en las vidas de los demás, liderando a otros, equipos, organizaciones o instituciones.

Pero no hemos de olvidar que el liderazgo no viene atribuido por la posición de poder que ocupamos, sino por el reconocimiento que los demás nos otorgan. Desde esta perspectiva esa capacidad, en mayor o menor medida, la tenemos todos, pues todos irradiamos a nuestro alrededor una energía singular y podemos influir de manera positiva en las vidas de los demás, haciendo aflorar ese reconocimiento como recompensa.

Visto de esta forma, dirijamos una organización o simplemente nuestras vidas, podemos hacernos cuatro preguntas que siempre guiarán nuestras decisiones, para tener un impacto positivo en el mundo y convertirnos en creadores de aquello que queremos ver en él.

La primera, ¿quién soy como líder? Tenemos la capacidad de estar en el mundo de una manera determinada, consciente y decidida. Son innumerables los casos de personas con experiencias traumáticas en la infancia que devienen en vidas ricas y plenas, por decisión propia, enfoque y determinación. Mientras que otras continúan por la senda de la desgracia. Nuestra actitud y las decisiones que tomemos a lo largo de la vida, por tanto, van a marcar el curso de la misma.

Es nuestra decisión vivir la vida que queremos vivir, y ser en ella quienes deseamos ser, manifestando los valores que queremos expresar, desarrollando y desplegando las competencias adecuadas para ello y mostrando conductas alineadas con nuestro propósito.

La segunda pregunta: ¿qué relaciones construyo con mi equipo? De manera generalizada, todos somos miembros de un equipo. Ya sea nuestra familia, en nuestro trabajo o en espacios de ocio en los que nos involucramos. En relación con los demás expresamos la persona que somos y que hemos decidido ser.

«Todos irradiamos una energía singular y podemos influir de manera positiva en los demás»

Manifestamos nuestro liderazgo cuando construimos relaciones de calidad y a largo plazo con las personas de nuestro entorno. Consideramos a las personas como tales y no como recursos o medios para obtener algo. Tratamos de crear un ambiente que otorgue significado a aquello que compartimos o realizamos de manera conjunta. Creamos una atmósfera de camaradería en la que todos nos sentimos integrados, que formamos parte.

Construimos una relación de confianza y apoyo mutuo. Cultivamos una atmósfera que proporciona una energía de disfrute, positiva, en la que apetece compartir. Somos habilitadores de un espacio seguro y valiente para que todos se expresen como son, desplieguen sus talentos y se puedan alcanzar los resultados esperados.

La tercera pregunta: ¿qué organización estoy contribuyendo a desarrollar? Todas las organizaciones sociales, y también las empresariales, se mueven por dos vectores: el miedo o el amor. Podemos elegir entre construir un “egosistema”, en el que lo importante soy yo, mi parcela de poder, mi prestigio, mis relaciones, la información que acaparo, mi prosperidad… o contribuir a construir un “ecosistema”, en el que lo importante somos todos nosotros, los objetivos compartidos, la colaboración, el aprendizaje colectivo, el crecimiento de todos, los resultados en común.

«Es decisión de cada uno vivir en torno a un propósito que dé sentido a nuestra vida»

La cuarta pregunta: ¿qué impacto quiero tener en el mundo? El ser humano busca sentido en aquello que hace. Por eso, es decisión de cada uno vivir en torno a un propósito que nos proporcione una vida con sentido e ilumine la senda que deseamos recorrer. Cuando actuamos con propósito e intención generamos un impacto en nuestra comunidad y marcamos una huella que otros, también desearán seguir.

Por tanto, cualquier persona, dirija una institución, una organización o empresa o un equipo, debería hacerse estas preguntas para liderar con propósito e impacto, enfocándose no tanto en conseguir que otros alcancen unos resultados, sino en que deseen lograr aquello que se proponen en común.

Pero también son las preguntas que cualquier de nosotros deberíamos hacernos en algún momento, para liderar nuestra propia vida. Una vida con sentido.

 

Publicado en el blog  Frentealespejo

 

 


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A quién va dirigido

El programa está orientado a aquellas personas que están llamadas a desempeñar su rol como agentes de transformación dentro de la organización, que quieran desarrollar las habilidades para facilitar conversaciones poderosas en su organización, acompañar a equipos en su proceso de alineamiento e integración y construir dinámicas productivas y relacionalmente efectivas entre personas, departamentos y organizaciones.

 

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¡HABLEMOS!

Reinventando el trabajo

Por Francisco Giménez Plano, Fundador y CEO de Augere

La cuarta revolución industrial, esta en la que estamos inmersos y que de manera creciente irá incorporando la inteligencia artificial, la robotización y automatización de todo tipo de procesos en todos los ámbitos de nuestras vidas, viene a poner, también, una cuestión sobre la mesa: ¿cuál es el sentido del trabajo?

El concepto de trabajo va a cambiar sin ninguna duda. Ya lo está haciendo, como hemos visto en estos últimos meses, abrazando nuevas formas de organizarlo y desempeñarlo como nunca antes habíamos visto. El teletrabajo se ha aceptado como una necesidad. “A la fuerza ahorcan” dice el refrán y todas aquellas empresas que sostenían una cultura presencialista se han visto en la necesidad de modificar su forma de trabajar de la noche a la mañana, enviando a sus personas a casa, a teletrabajar.

Sí, la sociedad reclama modelos laborales mucho más acordes con los valores vigentes. Ello supone asumir mayor coresponsabilidad, cuotas de libertad, flexibilidad y conciliación… Por supuesto, no todo es perfecto, y ahora tocará aprender a teletrabajar no solo para ser más productivos, como se ha demostrado, sino también para ser más eficientes. Es decir, incorporar el teletrabajo como un elemento más en nuestras vidas en equilibrio ecológico con el resto de las facetas y roles que desempeñamos en nuestro día a día.

 

El trabajo del futuro se dividirá en dos grandes tipologías: la primera, la de baja cualificación, sistematizable, automatizable y donde será fácil sustituir al ser humano por un algoritmo o por un robot. La segunda, la que requiera de una alta cualificación o de cualidades inherentes al ser humano.

 

Pero el teletrabajo solo es un componente más de un puzle mucho más complejo y que todavía no somos capaces de ver en su conjunto. Incluso se podría considerar como una distorsión en el debate de fondo, mucho más importante, sobre cómo será el trabajo del futuro.

El concepto mismo del trabajo cambiará radicalmente en la próxima década. No habrá trabajo para todos, vayamos haciéndonos a la idea. Al menos no como lo conocemos hoy. Parte de este trabajo vendrá resuelto por algoritmos y realizado automáticamente o ejecutado por robots. Habrá una clara distinción entre aquello que puede automatizarse y aquello que solo podrá ser realizado por el ser humano. Se abre ante nosotros un cambio de época apasionante, como otros a lo largo de la historia que han supuesto un giro radical en el curso de los acontecimientos. Si miramos hacia atrás, en esos cambios disruptivos podemos observar que:

  1. Todo cambio trae un avance positivo para el conjunto de la sociedad, aunque en el momento pueda percibirse como una amenaza sobre las estructuras existentes.
  2. Genera un desequilibrio sobre el statu quo existente en el que se abre una brecha por la que unos salen favorecidos antes que otros, inicialmente perjudicados en apariencia, por lo que se requieren mecanismos de ajuste que permitan cuidar a los más desfavorecidos y cerrar la brecha. Una renovación del contrato social.
  3. Supone redefinir conceptos arraigados para desprenderse de la piel, como hacen algunos animales, para renovarse y adoptar un nuevo tamaño acorde con su nueva situación.

Parece que el trabajo del futuro se dividirá en dos grandes tipologías: la primera, la de baja cualificación, sistematizable, automatizable y donde será fácil sustituir al ser humano por un algoritmo o por un robot. La segunda, la que requiera de una alta cualificación o de cualidades inherentes al ser humano (como la creatividad, el pensamiento crítico o el liderazgo). Una gran brecha que llevará a millones de trabajadores a formarse para realizar trabajos de mayor cualificación o que se desvincularán definitivamente del mundo laboral como hoy lo conocemos.

 

Se abren debates tan importantes como el del salario universal, el nuevo sentido del trabajo o del empleo en nuestra sociedad o la manera de garantizar un estado de bienestar, entre otros.

 

Las preguntas que se nos abren son numerosas:

Hasta ahora, concebimos el trabajo como la forma de sostenimiento vital desde la responsabilidad individual. En el nuevo escenario, ¿cómo garantizará la sociedad el sostenimiento de aquellos, la mayoría, que no dispongan de un trabajo como lo conocemos hoy?

Hasta ahora, una minoría de personas trabajadoras desempleadas, a las que se sumaban aquellas que ya habían superado su etapa laboral, eran mantenidas por los sistemas públicos de protección social y de pensiones, pero ¿cómo podrá mantener su viabilidad el sistema de protección y bienestar con una minoría de personas trabajando?

Hasta ahora, el trabajo era considerado socialmente como una manera, aunque no la única sí muy importante, de realización personal, de crecimiento y desarrollo así como de progresión social. Cuando la mayoría de las personas no dispongan de trabajo, como lo conocemos hoy, ¿en qué resortes sostendrán su realización como seres humanos en sociedad?

Hasta ahora, el trabajo posibilitó desarrollar una clase media con una importante capacidad de consumo, motor de la economía y de la “paz o equilibrio social”. En un escenario cada vez más polarizado entre quienes tengan trabajo y los que no, entre unos cada vez más ricos y otros cada vez más pobres ¿cómo será posible mantener ese equilibrio social y de garantizar la actividad económica a través de la capacidad de consumo de la sociedad?

Es posible que resulte más o menos fácil poner negro sobre blanco algunas de estas preguntas, pero menos parece que lo sea activar las conversaciones serenas y visionarias para abordar un futuro emergente que nos alcanza, si no lo ha hecho ya. Aquí se abren debates tan importantes como el del salario universal, que antes o después se convertirá en el gran debate de la sociedad. O la reflexión profunda sobre el nuevo sentido del trabajo o del empleo en nuestra sociedad. Debates como la manera de garantizar un estado de bienestar que nos ha traído paz y prosperidad desde la Segunda Guerra Mundial y redefinirlo para hacerlo viable en un escenario radicalmente diferente, entre otros.

Abordar estos y otros debates conlleva algo que nos resulta muy difícil a los seres humanos. Supone aparcar nuestro sistema de creencias, nuestra visión limitada, nuestras estructuras mentales cristalizadas en muchos casos. Requiere abrirse a nuevas posibilidades, enfrentarse al folio en blanco desde la premisa de que todo es posible, de que es una gran oportunidad en la que todas las opciones están abiertas y al alcance de la mano… Requiere hacer un reset, para reinventarnos, reinventar el trabajo, tal cual lo entendemos hoy… reinventar nuestra sociedad.

 

 

 


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¿Qué nos deparará el último cuatrimestre de 2020?

Por Pedro Martín de Hijas, socio-director de Qáurea y Francisco Giménez Plano, fundador de Augere

El estado de alarma decretado a mediados de marzo llevó a las empresas españolas a la inesperada gestión de una crisis sanitaria de consecuencias todavía impredecibles. A los primeros días en el que las prioridades se centraron en la gestión de la contingencia laboral, con la gestión de un teletrabajo al que tan poco estaban acostumbradas, siguieron la gestión de los expediente de regulación temporal de empleo (ERTE’s) y, posteriormente, la de un día a día en una nueva dinámica de trabajo que poco a poco se fue instalando en las organizaciones.

Según un informe elaborado por la consultora KPMG acerca de los efectos del Covid-19 sobre empleo y las remuneraciones en las empresas españolas, el 58% de las compañías han aplicado algún tipo de ERTE en los últimos meses.

Así mismo, a finales del pasado mes de abril, el impacto sobre la ocupación se situaba en 6,7 millones de personas, de las cuales 4 millones de ocupados han sido incluidos en los mencionados ERTE’s y 1,2 millones corresponden a autónomos han solicitado la prestación por cese de actividad, atendiendo a los datos proporcionados por Manpower.

Y el futuro no es muy halagüeño. Hay pronósticos que vaticinan que un tercio de las empresas que se han acogido a estas medidas, más de 50.000, transformarán sus ERTE’s en ERE’s antes de finalizar el año, lo que podría llevarnos a superar la cifra de los cinco millones de desempleados.

La tirita para cerrar la herida

Sí, de alguna manera hay que cerrar de inmediato el sangrado que la herida abierta por el Covid-19 está produciendo en las empresas españolas. Las medidas adoptadas por el gobierno y los recursos derivados que acaben llegando a las empresas resultarán insuficientes por poco que esta situación se alargue en el tiempo.

Habrá que tomar decisiones difíciles para las empresas y para sus trabajadores. Hemos de ser realistas. Va a resultar muy difícil que las empresas puedan mantener los niveles de empleo que tenían hasta ahora.

Y a falta de un modelo productivo que nos permita absorber crisis como la actual con mayor flexibilidad, y de otras alternativas, las empresas necesitarán ajustar sus plantillas consi    para ello:

  1. Identificando quiénes son aquellos profesionales que mejor preparados están para competir en el contexto de transformación tecnológica al que tendrán que enfrentarse, sí o sí, ya en este momento, como una de las vías para salir de esta crisis. Porque de esta crisis nos sacarán las personas, con el apoyo de la tecnología que debería haber llegado a muchas empresas ya hace tiempo.
  2. Considerando a aquellos que mejor encajan en los nuevos equipos, porque el futuro inmediato ya no va de individualidades, sino de equipos integrados multidisciplinares que no solo logran los resultados que se proponen, sino que se preocupan y ocupan de la forma en la que alcanzan estos.
  3. Seleccionando a aquellos con capacidad para aprender de forma continua y desaprender viejos hábitos, con la flexibilidad que requiere afrontar retos de manera constante, e impulsar, no solo adaptarse, el cambio permanente.

Si estás al otro lado, en el lado del trabajador, haz la lectura inversa:

  1. Incrementa tu empleabilidad aprovechando este tiempo para adquirir nuevos conocimientos. Busca contenidos que complementen tu perfil profesional o que te abran nuevas puertas en ámbitos que conecten con tus intereses y anteriormente no habías contemplado.
  2. Chequéa en qué punto estás evaluándo tu perfil y comparándote con los perfiles existentes en el mercado, tanto de posiciones similares a la tuya como de aquellas a las que te gustaría evolucionar.
  3. Desarrolla aquellas competencias que el mercado esté requiriendo en este momento y te den opciones de impulsar tu carrera profesional.

Las soluciones a medio plazo

El modelo productivo español tiene que cambiar. Llevamos años diciéndolo y es ahora cuando vemos cómo el impacto de una crisis como la que estamos viviendo requiere que ya hace tiempo hubiéramos comenzado a abrazar la tecnología de manera masiva en todos los sectores, alejándonos del ladrillo y el turismo como cimientos sobre los que se construyó un modelo económico que nos sirvió para crecer y llevar a nuestro país a unos importantes niveles de riqueza, pero que hace tiempo ya que dejó de garantizarnos un futuro sostenible. Y menos el futuro que ya está aquí como consecuencia de la revolución tecnológica en la que estamos inmersos en todos los ámbitos de la vida.

 

Lo que nos depare este último cuatrimestre del año es incierto y, por desgracia, no pinta bien. Siento no ser más optimista. Y quedarnos de brazos cruzados no nos ayudará a mejorar la situación, ni a empresas ni a trabajadores. Si los pronósticos se confirman, preparémonos todos poniéndonos manos a la obra en aquello que a cada uno nos corresponde. A nosotros, seguir ofreciendo a ambos nuestras herramientas, metodologías y acompañamiento para que lleven adelante con eficacia las medidas que cada uno tendrá que adoptar.

 

 

 

 


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Organizaciones emergentes en entornos complejos

Por Pedro Martín de Hijas, socio-director de Qáurea y Francisco Giménez Plano, fundador de Augere

Globalización, digitalización, Internet y todo un abanico de tecnologías disruptivas están revolucionando las formas de vida, relación y colaboración de las personas en la sociedad y en sus estructuras.  Así, las organizaciones, ven como las formas tradicionales de pensar y actuar están siendo sobrepasadas por la complejidad. En este contexto aparecen “organizaciones emergentes”, iniciativas que viven en este espacio transicional entre lo viejo y lo nuevo, con implicación y compromiso en gestionar la complejidad, desde marcos de pensamiento sistémico, de inteligencia colaborativa y de modelos de autogestión y autoorganización.

Ver lo que está delante de nuestros ojos exige un esfuerzo permanente”.

George Orwell

Buen ejemplo de estas organizaciones emergentes son las bien conocidas start-ups, caórdicas habitualmente en su génesis y etapas iniciales, como cualquier organización compleja ya existente que esté dando pasos, mayores o menores, globales o parciales, para su evolución consciente hacia el desarrollo de paradigmas que afronten esta complejidad desde el equilibrio entre un triple objetivo: la productividad, el bienestar de las personas y el respeto al planeta. …

 

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7 estrategias para afrontar el cambio en la vida y en la empresa

Por: Francisco Giménez Plano, fundador de Augere

El ser humano tiene todas las capacidades, los recursos internos y la creatividad para afrontar con éxito cualquier situación en la vida, por inesperada o adversa que esta sea. Este principio me ha quedado personalmente demostrado cuando he tenido que lidiar con dificultades de diversa índole, y así me lo ha confirmado también los testimonios de aquellos con los que he tenido oportunidad de compartir y escuchar sus experiencias.

Hace unas semanas publicaba un artículo titulado Los 6 Pilares de la Resiliencia, en el que me hacía eco de las investigaciones del psiquiatra Luis Rojas Marcos, recogidas en su obra “Superar la Adversidad”: El Poder de La Resiliencia”. En esta ocasión, sigo profundizando en el estudio de su obra para abordar las estrategias de las que dispone el ser humano para afrontar el cambio en la vida, en cualquiera de sus ámbitos.

Como mi trabajo diario tiene que ver con acompañar los procesos de cambio en las empresas y ayudar a sus directivos y equipos a afrontar las transformaciones que a nivel personal y organizacional se producen en ellas, lo abordaré desde esta perspectiva. Las organizaciones empresariales son muchas cosas, pero sobre todo, son el flujo de las relaciones que se producen entre las personas que la forman. Y más allá de la lógica que determinan sus estructuras y procesos, las emociones tienen un papel fundamental en los contextos de cambio. Tan importante como lo que sucede es cómo las personas viven esos acontecimientos.

Por lo general, las personas tendemos a vivir con ansiedad y resistencia en las empresas la reorganización de estructuras y departamentos o el dimensionamiento de los equipos humanos. Su impacto puede gestionarse al considerar algunos mecanismos que el ser humano activa para afrontar el cambio en la vida y en la empresa.

#1. Ser conscientes de lo que está pasando

El estado natural del ser humano es la “normalidad”. Nos ajustamos a costumbres, rutinas y hábitos como una forma de ahorrar energía física y mental. La consecuencia de ello es que, por el mismo motivo, relaja nuestra capacidad de percibir lo extraordinario. Los convencionalismos, la rigidez mental y los prejuicios suponen una limitación a la hora de reaccionar ante situaciones no esperadas.

Vemos lo que esperamos ver y de esa forma etiquetamos todo a nuestro alrededor en un ejercicio de simplificación de la realidad. Y, por esa misma razón, no vemos aquello que consideramos puede ser una amenaza, disfrazando, ignorando o negando la realidad, muchas veces, de manera inconsciente.

Tomar conciencia de lo que está sucediendo nos permite observar nuestras emociones y pensamientos y ponerlos en contexto, para tomar decisión y acción proporcionada en consonancia.

 

la información veraz juega un papel crítico ante circunstancias de incertidumbre, falta de claridad o confusión y permitirá llevar a cabo una evaluación de posibilidades y alternativas antes de decidir actuar.

 

#2. Intuición e información veraz

Psicológicamente afrontamos las circunstancias que nos rodean desde dos perspectivas: una emocional e inconsciente y otra razonada y analítica. La primera está basada en la intuición, esa sutil señal interna que conecta inconscientemente experiencias alojadas en nuestra memoria, que provocan una respuesta inmediata ajena a los filtros de la razón. La intuición sumada a la experiencia es uno de los sensores más potentes que el ser humano tiene para anticiparse a los acontecimientos. La segunda, está basada en la lógica, en el análisis racional de la situación a fin de evaluar el riesgo que esta supone y permite determinar el grado de respuesta y la acción a tomar.

Para ello, la información y especialmente la información veraz, juega un papel crítico ante circunstancias de incertidumbre, falta de claridad o confusión y permitirá llevar a cabo una evaluación de posibilidades y alternativas antes de decidir actuar. Nos permite tomar las riendas de la situación, reduce el miedo y la ansiedad y aumenta las probabilidades de éxito.

#3. Liderazgo al servicio de los demás

Todos podemos ejercer un liderazgo al servicio de los demás y acompañarlos en la forma de afrontar la adversidad. Este rol nos convierte en rescatadores, superando el papel de víctima y nos lleva a la acción, tomando el control de la situación y alimentando nuestra autoestima y optimismo, pilares de la resiliencia.

Confiar en las figuras de autoridad es algo natural en las situaciones de cambio. Para ello deberán ser considerados capaces, justos, creíbles y honestos. Deberán transmitir calma, confianza, conocimiento de las circunstancias, comunicar con seguridad y transmitir optimismo y esperanza.  

 

el humor actúa como un calmante que nos permite distanciarnos emocionalmente de la realidad, de la ansiedad y del miedo y nos hace resistentes al estrés.

 

#4. Interpretar lo que nos está pasando

Los seres humanos tenemos la necesidad de explicar las cosas importantes que nos pasan. El significado que otorguemos a los acontecimientos influirá en nuestra capacidad para afrontar la situación y en los aprendizajes que extraigamos de la misma.

Unos podrán interpretar que lo que les pasa es un reto, que les permite poner en juego todas sus capacidades para superarlo, respondiendo con determinación y método, como si de una aventura se tratara; otros, solo verán en ello el infortunio, como un ataque a su persona, moviéndose por sentimientos de indignación y rabia. La manera de interpretar las circunstancias determinará la respuesta que demos para afrontarlas.

#5. El bálsamo del sentido del humor

Los malos tragos se digieren mejor con un poco de sentido del humor. Hasta en las circunstancias más adversas, actúa como un calmante que nos permite distanciarnos emocionalmente de la realidad, de la ansiedad y del miedo y nos hace resistentes al estrés. El humor tiene, además, el efecto positivo de conectarnos con los demás.

 

al compartir, recibimos el apoyo solidario y el respaldo de nuestro entorno, alimentando las conexiones afectivas, que resultan ser otro de los pilares de la resiliencia.

 

#6. Compartir la experiencia

Al igual que el humor, verbalizar nuestras preocupaciones y temores ayuda a reducir la intensidad emocional de los acontecimientos que estemos viviendo. Es saludable para el corazón y para la mente. Al explicarnos nos desahogamos, nos liberamos de pensamientos estresantes y nos aliviamos de emociones angustiosas.

Evocar y relatar, verbalmente o por escrito, los hechos o recuerdos, las sensaciones corporales y los sentimientos de vulnerabilidad e indefensión nos permite ir transformándolos en coherentes, ordenados y de intensidad manejable.

A su vez, al compartir, recibimos el apoyo solidario y el respaldo de nuestro entorno, alimentando las conexiones afectivas, que resultan ser otro de los pilares de la resiliencia. Es un hecho que este respaldo y comprensión ayuda a gestionar el cambio y a superar los retos muchas veces asociados al mismo. Del mismo modo, culpar de su propia desgracia a quienes la sufren, tiene exactamente el efecto contrario.

#7. Pasar página

Quienes superan la adversidad hablan de ella en tiempo pasado, cerrando una etapa vital manifiestamente ya superada. La perspectiva temporal aporta mayor distancia respecto a los factores que influyeron en las dificultades vividas y en aquellos que contribuyeron a superarla. Tres aptitudes ayudan a abrir un nuevo capítulo en nuestra biografía: olvidar, adaptarnos y perdonar.

El olvido es una estrategia de nuestra mente, que prioriza la memoria de los acontecimientos positivos sobre los negativos. Olvidar, también nos induce a perdonar los agravios que podamos haber sentido.

La capacidad de adaptación es un mecanismo biológico asociado a la supervivencia como especie. Depende de nuestra flexibilidad y ante las mismas circunstancias unas personas son capaces de adaptarse mejor que otras. La adaptación tiene el efecto de permitirnos integrar novedades a nuestra vida, como consecuencia de las experiencias vividas.

Del mismo modo, resulta difícil entender la superación de situaciones adversas sin el perdón, algo que nace del interior de quien vive la adversidad desde el agravio. El objetivo del perdón es aliviar la carga que supone el rencor y el victimismo, para cerrar las heridas que se hayan podido abrir y recuperar la paz interior.

En definitiva, la experiencia de la adversidad o del reto experimentado el tener que afrontar situaciones de transformación o cambio a nivel personal o profesional, en el ámbito de las organizaciones empresariales, depende de cada uno. No todos vivimos ni respondemos a los embates del entorno de la misma manera. Sin embargo, estas siete estrategias pueden explicarnos de una forma efectiva cómo responder a ellos, poniendo en juego aquellas con las que de una forma natural nos más sentimos identificados. Asimismo, nos permiten tomar conciencia de cómo nos enfrentamos a las circunstancias, extraer valiosos aprendizajes de ello y anticipar qué podemos pedir y esperar de nuestro entorno personal o profesional para manejar los cambios de forma más exitosa.

 


Si tienes interés en profundizar más sobre el tema de la resiliencia y las estrategias par afrontar el cambio, te invito a que conozcas la novela “Viento de Respuestas. Del fracaso a la Reinvención. Un puente de resiliencia construido sobre los pilares del coaching”.