Liderazgo, coaching y el cambio necesario en el mundo de la empresa

Por Eva Hernández, Executive Coach

El otro día un amigo me comentaba sobre su situación laboral.  Tanto en el departamento donde él trabaja como a nivel de presidencia, el estilo de mando en la empresa se basa en los gritos, las descalificaciones personales y las relaciones verticales de poder, derivando en comportamientos que en muchos casos rozan la falta de respeto por parte de los jefes hacia sus subordinados.  En esas condiciones, la vida laboral se ha convertido tanto para él como para muchos de sus compañeros en una lucha constante, que a menudo acaba minando su autoestima e incluso su salud.  Aunque posiblemente sea irrelevante, quisiera aclarar que estoy hablando de una compañía de tamaño considerable y operaciones a nivel internacional y de un profesional bien cualificado y con amplia experiencia.

En base a la conversación que tuvimos, se me ocurren varias preguntas: ¿Qué puede llevar a las personas en el poder, de las cuales se asume su profesionalidad, a este tipo de comportamientos? ¿Qué es lo que lleva a los empleados, también profesionales, a aguantar y callar ante tales faltas de respeto?, y por último, ¿Qué podemos hacer para que este tipo de dinámicas desaparezcan de nuestras empresas? Si bien la situación de mi amigo probablemente sea un caso extremo, en general opino que nuestro tejido empresarial está falto de mayor humanidad y conciencia y que muchos de nuestros directivos necesitan menores cantidades de ego y mayores dosis de verdadero liderazgo.  Un cambio profundo es necesario, lo cual se ha hecho más patente si cabe en el contexto de crisis que estamos viviendo.

Esto me lleva a una idea básica: el cambio sólo puede venir desde dentro y ahí es donde el coaching tiene mucho que aportar.  Nuestros entornos profesionales sólo pueden evolucionar a medida que nosotros evolucionamos como individuos, a medida que vivimos más de acuerdo con nuestros valores y menos regidos por nuestros miedos, que son los que alimentan y perpetúan situaciones como las descritas por mi amigo.  El “ordeno y mando” no sirve cuando se trata con profesionales conscientes de sí mismos y de la aportación que pueden hacer a la empresa y a la sociedad.  De la misma manera, un directivo que ha trabajado en sí mismo, que se ha enfrentado a sus debilidades y saboteadores y que se ha esforzado en mejorar como persona, estará más capacitado para mover a otros a la acción de una manera más humana, consciente y sabia.

Tengo el convencimiento de que se está produciendo un cambio a todos los niveles de nuestra sociedad.  Esto todavía no se ha hecho muy patente en las empresas, que en muchos casos lo que hacen es aprovechar la crisis para excusar comportamientos abusivos con sus empleados.  En nuestra vida, cuando no aprendemos de nuestros errores, las lecciones tienden a hacerse más grandes hasta que las circunstancias adversas nos hacen reaccionar.  Ese símil se puede aplicar al mundo de la empresa y a la llamada al despertar representada por la situación económica actual.  Todos somos responsables, y posiblemente sean las nuevas generaciones las que empujen el cambio necesario.  Si hoy toca aguantar a un jefe que nos respeta poco, recordemos eso en el futuro cuando nosotros mismos estemos en la posición de mando.  Aprendamos de nuestra experiencia, de manera que nos comportemos con otros como nos hubiera gustado que nos trataran a nosotros, y no lo contrario. A todos los niveles, los humanos tendemos a repetir lo que hemos visto hacer a otros.  Como también ocurre individualmente, es sólo nuestra mayor responsabilidad y conciencia la que puede sacarnos de esos círculos viciosos y hacernos evolucionar a nivel colectivo.

Mucho se ha escrito sobre liderazgo y sobre qué define a un verdadero líder.  Para mí, algo imprescindible y que muchas veces se ignora a favor de las cualidades de comunicación o aptitud técnica es la calidad humana.  Es fácil ser jefe y mover a otros a través del miedo, mucho más difícil inspirarles y motivarles para que optimicen sus talentos innatos.  Por tanto, alguien que se esfuerza en mejorar como persona y en ver a los demás en su humanidad, no como objetos para lograr un resultado, tiene mucho ganado en la difícil profesión de ser líder.  En nuestra sociedad, la autoridad basada en los galones va perdiendo valor frente a la autoridad moral, aquella que se impone a otros en base al respeto y la admiración.  Y que mejor manera de fomentar éstos últimos que ofrecer respeto y confianza, que creer en la capacidad de nuestros colaboradores (definición que prefiero a la de subordinados) para sacar lo mejor de sí mismos.  Es de este modo como se crea la excelencia empresarial y se alimentan la visión de futuro y el disfrute en el trabajo.

Hablar de pasarlo bien en el trabajo puede parecer frívolo en el contexto actual, cuando simplemente tener un empleo es algo para considerarse afortunado.  En mi opinión, no se trata de frivolidad sino de todo lo contrario.  En muchas instancias, traer el disfrute, la emoción y la pasión a la empresa puede ser el antídoto que asegure la supervivencia.  Pienso que la crisis que vivimos es, antes que una crisis económica, una crisis de valores y de liderazgo.  A medida de que más de nosotros vivamos y trabajemos de acuerdo con nuestros valores más elevados, aumenta la posibilidad de que la sociedad en conjunto siga la misma evolución, máxime si nuestros líderes, con su poder de acción, experimentan también un crecimiento en su conciencia.  En este cambio que se está produciendo, la empresa, dado su poder económico y su enorme influencia en la sociedad, tiene un papel fundamental.  Esto es una enorme responsabilidad y a la vez una gran oportunidad para sus dirigentes.

 

Atributos del liderazgo. Parte 1

Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

Este será el primero de una serie de artículos relacionados exclusivamente con los atributos del liderazgo. En mi primer curso de liderazgo pedí a los alumnos que configuraran una lista con los atributos que ellos consideraban que debía reunir un líder. Luego la priorizaron. En todos los cursos sucesivos, he ido incorporando nuevos atributos que mis alumnos han ido agregando. Se ha configurado así una “wiki-lista” creada desde la perspectiva de varios centenares de posibles seguidores. Como no va a ser posible incluir todos en un solo artículo, la fraccionaré en tres o cuatro con una consideración final interesante acerca de los atributos que corresponden a la esencia de ser líder o a la ejecución, a la acción, del liderazgo. La lista no está ordenada: que cada cual establezca el orden que le parezca.

Es importante recordar que el líder nace, en el sentido de que todos llevamos todas las capacidades que aquí se describirán desde el momento de nuestro nacimiento, pero también se hace, desde la perspectiva de que es necesario aflorar y entrenar esos atributos para que puedan ponerse en juego. También recuerdo que el liderazgo se vive, se experimenta, por lo que es casi imposible ser líder si no se ejercita o practica con seguidores de verdad. Los libros y los artículos (incluido éste) ayudan a comprender los términos, pero sólo el contacto directo con la acción de liderazgo y su ejercicio diario permiten desarrollar estas capacidades.

Articular la visión: El líder tiene que ser capaz de convertir una meta en una visión que enganche a los demás. La visión tiene que ser abrazada como un destino al que hay que llegar y puede tener componentes materiales o racionales, pero también emocionales. No es lo mismo definir un objetivo del 50% de EBITDA que marcar la diferencia con nuestros competidores manteniendo un excepcional 50% de EBITDA. La forma objetivo y racional del primer objetivo es retadora, pero al convertir ese objetivo en una visión el desafío es más ilusionante.

Comunicar: Para captar seguidores, el líder tiene que saber comunicar la visión que ha articulado. Esta comunicación ha de ser diáfana y escueta. El líder no consigue seguidores porque les convence con un discurso envolvente. La conversación entre el líder y sus seguidores ha de ser tan corta como: esta es la visión que yo tengo. ¿me acompañas a alcanzarla? Porque en muchas ocasiones ese diálogo no es explícito. En un grupo pequeño es muy fácil que el líder y los seguidores conversen y compartan sus matices sobre la visión, pero en organizaciones grandes la visión llega filtrada a través de numerosas capas jerárquicas.

Carisma o atractivo personal: Las dos cosas no son exactamente iguales, pero van juntas. El carisma es un atractivo personal que incluye algún tipo de admiración o magnetismo. Es difícil expresar los matices. Por eso los junto. El líder ejerce el liderazgo a partir de atraer a los seguidores hacia la visión. La visión puede ser atractiva, pero lo que la hace verdaderamente atractiva es ir hacia ella siguiendo al líder.

Seguiremos en el próximo artículo. Mientras tanto, si alguien quiere comentar acerca de estos atributos ó agregar los suyos el diálogo queda abierto.

 

¿Deseas generar más impacto? Lidera sin máscaras

ATREVETE A SER EL TIGRE QUE LLEVAS DENTRO
Por Jimena Romero/ Leadership Coach

Vivimos en una sociedad con tantas normas, juicios y creencias que vamos por la vida utilizando las caretas que más nos “sirven” para sentirnos aceptados, valorados o seguros. No nos damos cuenta del precio que terminamos pagando al negar nuestra esencia, nuestro ser más genuino. Ni tampoco somos conscientes de lo maravilloso que podemos crear, del impacto que podemos generar cuando simplemente nos permitimos ser nosotros mismos.

“La mentira más común es la que nos contamos a nosotros mismos”. (Friedrich Nietzsche)

A medida que vamos creciendo vamos creando nuestro propio personaje,  creyendo que es el que le agradará a los demás, el que nos hará triunfar en el trabajo, el que será amado, respetado. Lo vamos construyendo con pequeñas experiencias que nos van reafirmando en la vida que ciertos aspectos del personaje funcionan mejor que otros. No tomamos consciencia que este personaje nos termina consumiendo. Nos condenamos y encerramos en nuestra propia cárcel desconectando cada vez más de quién verdaderamente somos.

No nos damos cuenta de la energía que consumimos en sostener algo que no somos, cuando podríamos simplemente ocupar esa energía en potenciar lo que nos es nuestro, único y genuino.

Cuando lideramos desde la autenticidad, desde lo natural, liberamos energía creativa, espontánea,  generando un impacto atractivo y potente sobre los demás.  Y a su vez invitamos a los demás a permitirse ser auténticos.

Comparto este cuento zen deseando que te des permiso de mirarte con otros ojos en el espejo.

Era una tigresa que estaba en muy avanzado estado de gestación. Eso no le refrenaba sus impulsos felinos de abalanzarse contra los rebaños de ovejas. Pero en una de esas ocasiones alumbró un precioso cachorro y no logró sobrevivir al parto.

El cachorrito fue recogido por las ovejas. Se hicieron cargo de él, dándole de mamar y cuidándolo con mucho cariño. El felino creció entre las ovejas, aprendió a pastar y a balar. Su balido era un poco diferente y chocante al principio, pero las ovejas se acostumbraron. Aunque era una oveja corporalmente bastante distinta a las otras, su temperamento era como el de las demás y sus compañeras y compañeros estaban muy satisfechos con la oveja-tigre. Y así fue discurriendo el tiempo. La oveja-tigre era mansa y delicada.

Una mañana clara y soleada, la oveja-tigre estaba pastando con gran disfrute. Un tigre se acercó hasta el rebaño y todas las ovejas huyeron, pero la oveja-tigre, extasiada en el alimento, seguía pastando. El tigre la contempló sonriendo. Nunca había visto algo semejante. El tigre se aproximó al cachorro y, cuando éste levantó la cabeza y vio al animal, exhaló un grito de terror. Comenzó a balar desesperadamente.

– Cálmate, muchachito – le apaciguó el tigre.
– No voy a hacerte nada.
– Al fin y al cabo somos de la misma familia
– ¿De las misma familia? – replicó sorprendido el cachorro.
– Yo no soy de tu familia, ¿Qué dices?
– Soy una oveja.
– Anda, acompáñame – dijo el tigre.

El tigre-oveja le siguió. Llegaron a un lago de aguas maravillosamente tranquilas y despejadas.

– Mírate en las aguas del lago – dijo el tigre al cachorro.

El tigre-oveja se miró en las aguas. Se quedó perplejo al contemplar que no era parecido a sus hermanas las ovejas.

– Mírame a mí.
– Mírate a ti y mírame a mí.
– Yo soy un poco más grande, pero ¿no compruebas que somos iguales?
– Tú no eres una oveja, sino un tigre.

El tigre-oveja se puso a balar.

– No bales – le reprendió el tigre, y a continuación le ordenó ruge.

Pero el tigre-oveja siguió balando y en días sucesivos, aunque el tigre trató de persuadirle de que no era una oveja, siguió pastando. Pero unos días después el tigre le trajo un trozo de carne cruda y le invitó a que lo comiera. En el mismo momento en que el tigre-oveja probó la carne cruda, tuvo consciencia de su verdadera identidad, dejó el rebaño de ovejas, se marchó con el tigre y llevó la vida propia de un tigre.

Cuando te miras en el espejo, ¿qué ves?

¿Qué necesitas aceptar para dar libertad a la expresión más auténtica de ti mismo?

Te mentiría si te dijera que es un camino fácil,  pero vale la pena intentarlo.

ATREVETE A SER EL TIGRE QUE LLEVAS DENTRO

 

Acerca del liderazgo: El modelo de liderazgo

Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

La lista de atributos que debe reunir un líder es muy larga: un líder debe ser capaz de articular la visión y transmitirla eficazmente para que ilusione, ó mejor dicho, capture, a los seguidores. Debe mostrar confianza y, a su vez, confiar en los que le siguen. Tendrá ó estimulará la creatividad, motivará, dará ilusión, tendrá carácter… En definitiva, podemos reunir unos cuarenta atributos que parecen necesarios para poder proclamar a alguien como líder. Pero ya hemos dicho que todo eso, está dentro de cualquiera y la cuestión del liderazgo está más en aflorarlo; en hacer que se desarrolle de forma natural y sea percibido así por los demás.

Lo más importante del liderazgo es adaptarlo al contexto en el que se debe desplegar y éste está marcado por un destino. Se lidera hacia una visión por lo que el liderazgo tendrá que ejercerse en el proceso transformacional que va desde el presente actual hasta alcanzar la visión abrazada por todos. Este punto es muy importante: el líder articula la visión, pero desde el momento que hay otros que le siguen, la visión es común y también lo es la tarea de llegar hasta ella.

Para llegar desde el presente a un destino concreto dentro de un contexto determinado harán falta capacidades específicas: será necesario desarrollar los atributos que contribuyan a la transformación que se produce por el camino desde el ahora hasta el mañana. Hay líderes especialmente capacitados para poner en marcha nuevos proyectos; ven con claridad lo que ha hay que hacer y no se detienen ante ningún obstáculo. Sin embargo, otros son capaces de hacer que un proyecto creado por otro se convierta en una empresa sólida.

El proceso de transformación se puede ver como un viaje que tiene un origen determinado y un destino pretendido. En el viaje se producirán acontecimientos que afectarán a la ruta, a la velocidad y a la energía con la que el equipo se mueve. La vida de una empresa se puede contemplar como multitud de pequeños viajes que, sumados, contribuyen a que todo el conjunto avance en una dirección concreta, o mejor aún, hacia un destino común. Es imprescindible disponer de un modelo de liderazgo que permita identificar si se despliegan en estos procesos los atributos que hacen falta para alcanzar la meta común de forma eficiente.

Un modelo de liderazgo deberá identificar unos pocos atributos (entre cuatro y seis) que son los que habrán de desplegarse en todas las escalas de la organización. Serán atributos susceptibles de ser medidos de una u otra manera y para los que la organización deberá contar con medios adecuados para su desarrollo. La formación es, por supuesto, una herramienta importante, pero actúa sobre el ámbito del conocimiento de las personas y no garantiza que la materia se aplique. Por tanto, contar con cursos que faciliten el conocimiento de los atributos del modelo de liderazgo no será suficiente para asegurar su desarrollo.

El coaching es la herramienta que permite identificar cuales son las fuerzas que empujan a los líderes hacia la consecución de sus metas y cuales son las que les pueden frenar. Trabajando sobre su resultante, se podrá asegurar que la formación se convierte en transformación, necesaria para desarrollar las capacidades y emplearlas de forma consciente para contribuir con los logros de las metas parciales que, juntas, configuran el viaje hacia el destino.

 

Acerca del liderazgo: ¿Fortalezas ó debilidades?

Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

Un buen líder ha articulado la visión transformadora y la ha presentado a sus seguidores como una meta que todos juntos deben alcanzar. También conoce cual es el estado de recursos disponibles. Igual que los grandes entrenadores de fútbol o de baloncesto, conoce muy bien cuáles son las capacidades que tienen sus jugadores y cuáles de ellas son las que necesita desarrollar para alcanzar la meta prevista. Hablo de los jugadores como entidades individuales. Además, el equipo en su conjunto contará con una serie de capacidades que son propias de ese grupo de personas trabajando en colaboración.

Un entrenador sabe bien que debe potenciar las fortalezas de cada uno de sus deportistas. Trabajará las debilidades desde la perspectiva de su gestión: las conocerá  y sabrá qué hacer con ellas, pero no centrará su esfuerzo en combatirlas. ¿Imaginas a un entrenador de fútbol intentando mejorar la resistencia en carrera o el fondo del portero? Probablemente sea una pérdida de tiempo. Igualmente, un líder debe buscar los elementos distintivos de los componentes de su equipo y reforzarlos de manera que se complementen y combinen entre sí.

Por eso es muy importante que cada uno conozca a fondo cuales son sus fortalezas y sus debilidades. Por cierto, si hacemos caso a Marcus Buckingham, fortalezas no son las cosas que hacemos bien, sino las que nos hacen fuertes, las que nos dan energía y debilidades son las que nos debilitan, las que nos quitan la energía. Cada miembro del equipo debería hacer un inventario exhaustivo de sus fortalezas  y sus debilidades. Debe conocer a fondo sus fortalezas para poder desarrollarlas más todavía y sus debilidades para gestionarlas. Con ellas puede hacer cuatro cosas: nada, transferírselas a alguien para quien no sea una debilidad, mejorarlas hasta alcanzar un mínimo aceptable ó gestionarlas desde una fortaleza. Volveremos sobre ello.

Pero es igualmente importante que el grupo, con su líder al frente, determine claramente cuáles son las fortalezas y debilidades del grupo como ente independiente puesto que este bagaje será transcendental para el proceso de transformación que requiere alcanzar la meta establecida.

Esta tarea es muy difícil desarrollarla sin la ayuda de un buen coach. El ejercicio de identificación de fortalezas y debilidades parece trivial, pero requiere disciplina. Cuando ya se han elegido las tres ó cuatro más significativas, queda transformarlas en un formato que permita contar una historia. Si el modelo de liderazgo se basa en captar seguidores hacia una meta a través de conversaciones, convertir una fortaleza en una historia es una forma muy poderosa de enganchar adeptos en las conversaciones. No es lo mismo decir: “Mi equipo que se adapta bien al cambio” a contar “Mi equipo vive el cambio como el estado natural en el que se desenvuelve. Tanto es así, que se encuentra confortable en mitad de la transformación y suele estimular ésta desde dentro fomentando la innovación y persiguiendo nuevas formas de ver las cosas” No hace falta un experto en comunicación para contarlo así, sino un coach que identifique los sueños y los valores que se ponen en juego en el contexto transformador y los convierta en plataformas sobre las que se asientan los poderes del grupo.

Así el coach ayudará al líder a conocer a fondo la potencia de los recursos que tiene y como utilizarla para superar los obstáculos que se interpongan en su camino hacia la meta.

 

¿Cómo se ejerce el liderazgo?

Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

El liderazgo va muy unido a la transformación. El líder es capaz de articular una visión muy clara y atractiva de hacia dónde ha de caminar él con sus seguidores. La visión ó la meta son muy diferentes de cómo es la situación ahora. De ahí que el líder ejerce su influencia en medio de la transformación. No siempre es el líder quien crea la visión. A veces se trata de la meta de otro y con mucha frecuencia es la visión que crea el conjunto del grupo que es liderado. Pero lo que sí es una misión exclusiva del líder es articular dicha visión de manera que atraiga a los seguidores.

En esta faceta de articular la visión, las tareas de un líder y de un coach son muy similares pues ayudan a descubrir cual es la meta hacia la que caminan. El coach y el coachee hacen común el objetivo que va a alcanzar el segundo. Los dos lo comparten, pero será misión del coachee, y por tanto todo su mérito, conseguirlo. De igual forma, el líder articula la visión y la dibuja de forma que arrastre hacia ella a sus seguidores, pero es responsabilidad de todos alcanzarla. Igual que un coach cree fielmente que su cliente es, por naturaleza, una persona completa y llena de recursos, el líder tiene fe inalterable a que sus seguidores podrán desarrollar los recursos necesarios para alcanzar la meta que recoge su visión.

Una vez definido el objetivo, el coach ayuda a su cliente a identificar cuál es su grado de satisfacción con la situación actual. De igual forma, el líder reconoce cuales son los recursos y capacidades con las que cuenta su equipo de seguidores y cuáles son las que ha de desarrollar para llegar a la meta. La base del liderazgo es identificar cuales son las capacidades con las que cuenta el equipo y desplegar los mecanismos adecuados para desarrollarlas.

Llegados a este punto hay que tratar un tema vital en el ejercicio del liderazgo: el liderazgo no es una característica transitiva. No se otorga, ni se adjudica dentro de un marco jerárquico. Y, desde luego, no se puede constituir alguien en líder sólo porque él o ella lo quiera. El liderazgo se reconoce y se acepta mutuamente: el grupo/equipo reconoce al líder y éste acepta su papel y el líder reconoce a sus seguidores y éstos le aceptan como líder. Este proceso de reconocimiento-aceptación recíprocos se produce en el contexto de un triángulo formado por el grupo, la visión y el líder. Es este triángulo el que genera la fuerza que da lugar al liderazgo porque el grupo “compra” la visión pero sólo a través de su líder y el líder articula la visión pero para ese grupo. Se establece así un campo de fuerzas que da lugar al fenómeno del liderazgo.

¿Supone esto que sin visión no hay liderazgo? . Así es: el líder sólo existe porque hay seguidores y los seguidores le siguen hacia una meta determinada. Sólo así se produce la “alquimia” que transmuta la situación actual en el oro que deslumbra de la visión. Cuando el grupo se queda sin visión, el seguimiento al líder se convierte en un vínculo personal que deriva en una relación buena pero improductiva. Lo que ocurre es que los líderes de verdad saben apreciar cuando es necesario articular una visión nueva, una meta renovadora. El líder, entonces, recurre a su capacidad para gestionar las conversaciones y captar la energía de nuevo de sus seguidores.

El líder es plenamente consciente de que sólo la suma de la energía de todos los miembros del equipo es lo que les acercará a la visión que todos abrazan.

 

¿Qué es el liderazgo?

Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

Con los años, además de interesarme por el liderazgo desde un punto de vista experimental, he intentado recopilar mucha información con la idea de crear un “cuerpo de doctrina” con el que poder enseñar a su vez a los demás las ventajas del liderazgo y como se experimenta su ejercicio. En este proceso, he recopilado muchas definiciones diferentes porque siempre me ha parecido que lo más académico era comenzar con una definición acertada del término que me pudiera servir como referencia durante todo el aprendizaje posterior.

Esto me ha producido una necesidad un poco neurótica de analizar el trabajo de los especialistas bajo el prisma de la propia definición del término que ellos emplean. Es algo injusto, pero me permite clasificar los trabajos en dos grandes grupos: los que van a la esencia y los que se enfocan en el contenido. Pero dejo este asunto para otra ocasión. De las definiciones que he encontrado, algunas son un poco largas como la de John Kotter: el liderazgo es “un proceso de movilización de un grupo de gente en una dirección que genuinamente satisface los intereses reales a largo plazo de todo un colectivo” y otras, tajantemente cortas como la de John Maxwell: “El liderazgo es influencia. Ni más, ni menos.”

Después de darle muchas vueltas, me he quedado con la que aporta la Real Academia Española de la Lengua en la 22ª edición (2001) del Diccionario de la Lengua Española, que define al líder como: “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.” Es tan sencilla que no tiene mucho que discutir.

Desde luego, esa condición del líder de atraer seguidores es la clave del concepto y determina por tanto muchos aspectos que habrá que desarrollar a partir de aquí. La cuestión es que el liderazgo no es un término teórico sino una experiencia. El liderazgo se vive, se experimenta. Uno no puede entrar en Google o Wikipedia, bajarse todo lo que encuentre que tenga que ver con el liderazgo y ¡zas! aprende a ser líder. No. Tiene que vivirlo, que desarrollarlo desde su propia experiencia vital.

Por eso parece tan difícil conseguir que la definición se cumpla. ¿Cómo hago que los demás me sigan? La clave está en que se trata de un proceso “social”. Es decir, se basa en la interacción de las personas entre sí. Hay conversaciones y en esas conversaciones el líder consigue captar la energía de los seguidores hacia una meta o una visión. Las conversaciones pueden ser reales (una persona hablando con otra) o virtuales (una persona habla a un grupo, a una masa, a un colectivo) y en el segundo caso es imprescindible que se produzca una conexión emocional entre el mensaje que transmite el líder y la capacidad de aceptarlo del seguidor. Este mecanismo es esencial y sin él no hay liderazgo. Si el líder y sus seguidores no se conectan personalmente, no se dará la magia.

Esta conexión establece un espacio intelectual seguro alrededor del líder y los seguidores se sienten confortables moviéndose en ese espacio hacia la visión o la meta que el líder ha articulado para todos. Por eso, la experiencia del liderazgo debe ser auténtica y consciente. Cualquier atisbo de manipulación destruye el espacio común y deja de arrastrar a los seguidores desde sus emociones para hacerlo desde sus intereses.

 

¿El líder nace o se hace?

Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

A todos mis alumnos del Programa de eLiderazgo les hago la pregunta cuando estamos a punto de definir qué es el liderazgo y siempre obtengo una clara división entre los que dicen que se nace y los que dice que se hace. Pero también suele haber alguien que opina que las dos cosas son ciertas. En ese momento saco una bellota que llevo en el bolsillo y les pregunto ¿Qué es esto? Normalmente aciertan, claro, y les sorprende oír que suelto un ¡NOOO! muy fuerte. “Es algo más” – les digo – “esto es una preciosa encina, con sus ramas, sus raíces, su tronco fuerte y sus hojas verdes. Todo está ya aquí dentro, sólo hay que meterla en la tierra, regarla y que le dé la luz. Es decir: ¡sólo hace falta que la cultivemos!”

Preferimos pensar que el líder se hace porque si no, sería como el arte o como un don, que se tiene o no se tiene y nos parece que si descubrimos que no tenemos ese don, ya no tenemos nada que hacer en el mundo del liderazgo. También es cierto que no es necesario ser un líder para tener éxito en la vida. A veces hacen falta líderes para conducir a los demás a través de grandes (o pequeñas) transformaciones, pero también hace falta gente que gestione los procesos con precisión y meticulosidad. Cada vez más se asume que al lado de un buen líder hace falta un buen gestor.

Es verdad que hay que nacer líder, pero la buena noticia es que todos tenemos muchos de los atributos necesarios para convertirnos en líderes. Sólo hace falta desarrollarlos. Theodore Roosevelt era un gran aficionado al boxeo y decía que los campeones no se forjan en el “ring”, sino en el gimnasio. De igual manera, el liderazgo se puede desarrollar ejercitando los atributos que se necesitan. La lista es larga pero nos podemos consolar pensando que solamente una ínfima proporción de los seres humanos es capaz de ser excelente en todos y cada uno de ellos. Por eso, es suficiente con que encontremos cuál es la combinación que se da en nuestro perfil y nos dediquemos a desarrollarla.

El coaching es para el liderazgo como los esteroides para la musculatura: potencia su desarrollo con el ejercicio habitual. El líder puede obtener de su coach una ayuda esencial para identificar cual es la meta, la visión trasformadora que ha de articular para que sus seguidores la persigan. También le ayudará a determinar el estado actual de sus recursos y los caminos que puede seguir en su viaje hacia la visión. Juntos podrán comprender cuales son las fuerzas que le empujan hacia ella y las que le retienen, para diseñar el plan de acción y cerrar un compromiso.

El coach puede trabajar con el líder de forma muy parecida a como lo hacen los entrenadores personales y le ayudará a diseñar un programa de ejercicios orientado a desarrollar las capacidades que realmente quiere poner en juego en su misión de conducir a los demás. Siempre sobre la base de conocer muy bien cuales son las fortalezas, los valores y los sueños del líder para utilizar esta energía de forma muy eficaz en el proceso de transformación y también los saboteadores, los miedos, las debilidades y creencias que pueden actuar como frenos en su desarrollo. Ambos podrán identificar entonces cuáles son los atributos de liderazgo que resuenan con sus valores y fortalezas y juntos encontrarán la mejor manera de desarrollarlos.

Un liderazgo forjado de esta manera se reconoce como auténtico y atrae a los seguidores hacia la visión generando un clima de seguridad y confianza duraderas.

 

Liderarse a uno mismo para liderar a los demás

Por Germán Antelo, Executive Coach

Este es un tema que llevo trabajando hace tiempo con mucho directivos y personas ubicadas en los mandos intermedios de las empresas, ya que me parece de vital importancia para quienes tienen la responsabilidad de liderar un equipo de trabajo.

Es prioridad número uno, que una persona pueda liderarse a si mismo porque sino le será tarea casi imposible hacerlo con los demás, es como si queremos hacer un viaje de 1.000 kilómetros y el coche tiene aceite, gasolina y ruedas para 100 kilómetros, seguramente no llegaremos y nos traerá muchos problemas en el viaje.

Por eso hay que comenzar por el principio, y ése es, que el líder se explore y se conozca, que detecte cuáles son sus valores y cómo los honra en su vida, tanto en la profesional como en la personal. Además debe estar en sintonía con ellos, tiene que resonarles para poder honrarlos y luego será necesario que defina una Visión de Vida, junto a la huella ó el impacto que quiere dejar con su vida.

Por supuesto que lo que menciono en el párrafo anterior, no se logra en un día!, pero con trabajo constante se puede realizar en un tiempo bastante corto.

Una vez que la persona haya detectado sus valores, su esencia, su SER, deberá profundizar en darse cuenta lo importante que es para él y su gente que se sienta líder, debe sentirlo, saborearlo, debe ver el beneficio y el impacto que sus actos, acciones provocan en los demás, para que sea consciente de lo que produce.

Cuando la persona se sienta líder de si mismo, en todo el sentido de la palabra, recién ahí podrá comportarse como el referente frente a su equipo. Será el momento en cual deberá transmitirles su estilo, sus sueños, ilusiones, el cómo quieren que le recuerden como líder, que les aportará y además proponer al equipo, que juntos construyan una filosofía y una forma de trabajar que los identifique como equipo dentro de la empresa.

Deberá cuidar temas de real importancia, como la escucha, la comunicación al equipo de todas las cosas, detectar y plasmar los valores del conjunto, visualizar donde quieren estar en un tiempo, como van a recordar a este equipo, cual es el rol que cada miembro ocupa, fijar objetivos claros, realizables y que provoquen ilusión alcanzarlos, deber el líder crear una filosofía de trabajo para centrarse en él, porque cuando se crea todo esto y se logra el desapego al resultado, el éxito llegará solo, sin forzar, sin presionar, sin ansiedades, ni nervios, será consecuencia de algo muy bien hecho.

Con varias herramientas y técnicas de Coaching todo esto que cuento se logra, ya lo he visto y lo he experimentado, porque cuando se empieza por la raíz del árbol y se la cuida con pasión, el resultado será un árbol fuerte, sano y con mucha producción de frutos, pero cuando no nos centramos en el crecimiento y cuidado de la raíz, al pasar el tiempo, ése árbol no será saludable.

Es necesario centrarnos en la persona de aquellos que lideran equipos, que descubran realmente quiénes son y qué tienen para ofrecer, que sientan la necesidad de liderar y transmitir, de modo que su equipo lo agradecerá y a su vez obtendremos de ellos una alta eficiencia, efectividad y beneficios.

 

El liderazgo es una forma de ser, un camino de vida

Por Jimena Romero Oneto, Leadership Coach

Un líder es aquella persona que vive desde su esencia (auténtico ser) e inspira y crea el espacio para que otros también se lo permitan, capaz de generar relaciones creativas que alcancen objetivos comunes sacando a la luz el talento y fortaleza de los demás, logra estar presente y de manera consciente en cada situación y, es un verdadero agente de cambio capaz de crear de manera intencionada el impacto deseado responsabilizándose del mismo. Para ser un líder, es necesario tener integrado un profundo autoconocimiento, una conciencia global, intenciones claras, una total libertad de expresar su potencialidad y un corazón agradecido. Creo que todos llevamos un líder dentro, sólo debemos despertarlo y ponerle conciencia.

Quizá te preguntes, ¿y para qué quiero elegir este camino del liderazgo?

–  Vivir y liderar desde tu esencia es mucho más fácil y fluido, no tienes que esforzarte por ser lo que crees que los demás desean o aceptarán de ti. Viviendo desde la esencia liberas toda tu engría natural de manera espontánea y con vitalidad,  abriendo el espacio e inspirando a otros a atreverse a ser quienes son. Empieza por conocerte y aceparte y verás la fuerza e impacto que generas desde allí.

“Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero”. Jorge Bucay

– Crear desde los demás y permitiendo que los demás puedan crear desde ti, enriquece y potencia el resultado. Para generarlo es necesario creer en el potencial que tienen las personas a tu alrededor y entregarte al resultado de la co-creación.

“Si estamos juntos , nada es imposible. Si estamos divididos, todo fallará”. Winston Churchill.

– Vivir en el presente es conectarnos con nuestros 5 sentidos, es vivir conscientes permitiendo ver el mundo tal cual es. Cuando aprendes a estar presente, disfrutas de la condición de permitir a las cosas nacer y darles tiempo a morir, y disfrutarlas con intensidad minuto a minuto. Te asombrarás de lo que puede surgir al dejarte fluir por el ahora, siendo mucho más genuino y respondiendo a la necesidad del momento.

“El ayer es historia, el mañana es un misterio. Hoy es un regalo, por eso se llama presente.” Eleanor Roosevelt

– Para crecer, avanzar y evolucionar necesitamos cambio. El camino del liderazgo se construye desde el constante movimiento, creando y buscando nuevas posibilidades, rompiendo con el statu quo. La vida misma es creación y movimiento, negarlo sólo te hará ir contra la corriente. Y qué mejor que buscar este cambio, de manera consciente y responsable, creando el impacto que deseas de forma intencionada.

“A veces navegamos con el viento, a veces en contra; pero debemos navegar, no estar a la deriva, ni echar el ancla.” Oliver Wendell Holmes

Vivir en el camino del liderazgo no siempre es fácil, requiere de un esfuerzo y un compromiso contigo mismo, con los que te rodean y con el mundo…..te preguntarás y realmente vale la pena si me tengo que esforzar? La respuesta es muy simple, vale la pena ya que estarás levantándote cada mañana siendo quien quieres ser y sintiendo que estas en el camino que quieres estar dejando la huella que sueñas dejar. Al final sólo podemos liderar desde nuestra esencia.

Si sigues con la duda, comienza con preguntarte cómo prefieres vivir:
¿Vivir desde el ser o desde el “debo ser”?
¿Vivir o sobrevivir?
¿Tomar decisiones conscientes o que las circunstancias decidan por ti?
¿Vivir presente o en la realidad de tu mente?
¿Inspirar o dictar a las personas?
¿Potenciar y dar luz al talento que te rodea o envidiarlo y opacarlo?
¿Creando e innovando o copiar lo que a otros les sirve?
¿Soñando o vivir del pasado?
¿Fluir o encadenarte?
¿Plenitud y con un claro sentido de vida o una vida vacía y sin rumbo?
¿Hacerte responsable del impacto o culpar a los demás y al contexto?
¿Dejar un granito en el mundo o pasar desapercibido?
¿Corazón lleno de agradecimiento o vacío y con rencor?

Te invito a que comiences con elegir una de estos caminos y ya estarás dando un paso y poniendo en práctica tu liderazgo, ATRÉVETE al LIDERAZGO, te aseguro que vale la pena intentarlo. El mundo lo necesita.