La brecha de la coherencia

Por Enrique Recuerda Núñez/ Socio y Coach Ejecutivo en Intiva

Cada día recibimos ya sea por email, linkedin, twitter, youtube y otros medios numerosos de artículos sobre liderazgo, sobre “qué debe tener un gran líder”, “qué lo caracteriza”, “cuáles son sus señas”, etc.

Si profundizamos un poco aparecerán cualidades como la visión estratégica, las habilidades interpersonales, el dinamismo, la construcción de networking y un sinfín de capacidades que vestirían al más apuesto de los directivos.

Pues bien, llama la atención como en muchas ocasiones se pasan por alto aspectos muy simples (que no fáciles) y elementales que indudablemente debe tener un gran líder. Quisiera destacar la importancia de la coherencia. Pero, ¿qué es ser coherentes? Pues, tan solo, hacer lo que decimos que vamos a hacer.

¿Cuántas veces hemos “hipotecado” nuestro discurso con acciones que íbamos a llevar a cabo y que finalmente se quedaron en buenas intenciones? Seguro que encontramos múltiples ejemplos, desde algo tan sencillo como comprometernos a devolver una llamada a un cliente, decir que nos sentaríamos a dar feedback a un colaborador que lo necesitaba o comentar que tendríamos una conversación difícil con un superior.

Y a medida que va pasando el tiempo y cuando nos preguntan si finalmente llevamos a cabo lo que dijimos que íbamos a hacer, y no hemos hecho, se produce un doble efecto. Por un lado somos uno más de los que pasan a engrosar la lista de aquellos que han levantado la mano y no han dado el paso y, por otro lado, reforzamos la postura del “claro porque”, del “al final tal o cual” que ofrece un pequeño consuelo a tantos otros en la misma situación.

Decía Albert Einstein, “Dar ejemplo no es la principal manera de influir en los demás; es la única manera”. Es por ello que destacan las personas cuyos actos van muy por delante de sus palabras. Más allá de grandes discursos que despierten elevadas expectativas y lejos de generar un contexto que a la larga se acabe diluyendo, se limitan únicamente a dar pasos en la dirección que han marcado.

Podríamos llamar “brecha de coherencia” al espacio existente entre lo que dicen nuestras palabras y lo que dicen nuestros hechos. Si es amplia puede poner en riesgo nuestra credibilidad, aspecto que en el mundo empresarial (y en cualquier entorno) es esencial. Si, por el contrario, es corta o inexistente, estaremos transmitiendo multitud de valores. Los primeros que me vienen son congruencia, valentía, integridad, decisión, compromiso, acción, iniciativa, impulso,…y fiabilidad. Llama poderosamente la atención como algo tan simple puede encerrar tanto contenido.

Además resulta muy importante en esta “brecha de coherencia” que es perfectamente visible para los demás, y rápidamente transmisible. Aquel que se centra, sencillamente, en hacer lo que dice, ejerce de manera inconsciente un impacto desmesurado en el entorno que los rodea. Esta actitud transmite o, mejor dicho, traspasa e invita a la acción a todo aquel que observa.

Entonces, ¿cómo es nuestra brecha? ¿Nos mantenemos en el discurso o estamos siendo consecuentes con nuestras palabras?