El efecto espejo en los equipos de trabajo

Por Enrique Recuerda/ Socio y Coach Ejecutivo en Intiva

Plantearemos para comenzar la siguiente adivinanza:

“Supongamos que dos bomberos entran en un bosque a apagar un pequeño incendio.
Al final, cuando salen y van a la orilla de un riachuelo, uno de ellos tiene la cara llena de ceniza y el otro está inmaculadamente limpio. Pregunta: ¿cuál de los dos se lavará la cara?”

A primera vista parece que será el que está cubierto de ceniza quién se lave la cara aunque viendo cómo se formula la pregunta uno espera la segunda derivada.

Merece la pena dedicar unos instantes a darle una vuelta para encontrar al menos una solución lógica. Tanto si se quiere contrastar la respuesta como si uno no puede esperar más, diremos que el bombero inmaculadamente limpio será el que se lave la cara. Veamos…

El bombero que tiene la cara sucia verá al otro bombero con la cara limpia y pensará que está igual que él por lo que no necesitará lavarse. Y viceversa: el bombero que tiene la cara limpia verá que su compañero tiene hollín por todas partes, y se dirá a sí mismo: «Yo también debo de estar sucio, tengo que lavarme.»

Mientras cobra sentido la explicación puede apreciarse lo importante de este mensaje en cualquier entorno social. En este caso hablaremos sobre “El efecto espejo en nuestros equipos de trabajo”.

Destacar dos ideas: ¿qué imagen tiene nuestro equipo de nosotros como responsables? y ¿qué imagen queremos transmitir siendo conscientes de este efecto?

Respondiendo al primer punto, observar a nuestros ayudantes puede darnos mucha información sobre cómo nos están percibiendo. Si en nuestra compañía se muestran seguros, confiados, dinámicos, alegres, optimistas o, por el contrario, son temerosos, pesimistas, desalentados, etc. Prestar atención a su actitud frente a nosotros nos puede revelar mucha información actuando ellos como espejo.

Este efecto está relacionado con las llamadas “neuronas espejo”, descubiertas hace algunos años por los neurocientíficos(*). Dichas neuronas se activan cuando observamos el comportamiento ajeno, y explican nuestra tendencia a sentir y hacer lo mismo que la persona que estamos viendo. Esta capacidad, distintiva del ser humano, puede convertirse en una carga cuando la persona en cuestión emite señales incorrectas o poco útiles.

El rol de jefe de equipo o responsable es, sin duda, una figura muy observada y un referente dentro de las dinámicas de trabajo. En este punto, la actitud y el comportamiento de la persona que dirige, tendrá un fuerte impacto en sus colaboradores.

Respecto a la segunda cuestión, qué imagen queremos transmitir, mantener una actitud de tranquilidad, de control, de positivismo, de superación, etc. hará que nuestros equipos absorban toda esta energía, proyectándolo en su persona y, por tanto, en su trabajo.

Por otro lado, si dejamos que sensaciones como el agobio, la premura, la preocupación, la inseguridad y el miedo al fracaso nos invadan, estaremos enviando una señal clara y directa a nuestros colaboradores, que interiorizarán este estado impactando negativamente en su ánimo, en su rendimiento y en su orientación a resultados.

Animamos a hacer la prueba, a mirar a alrededor. Atendiendo a la expresión de nuestros ayudantes percibiremos qué es lo que ven y, por tanto, qué es lo que les está llegando de nuestra forma de liderar.

Para acabar, lanzar una pregunta de reflexión: ¿qué imagen tiene nuestro equipo de nosotros como responsables? y ¿qué imagen queremos transmitir siendo conscientes de este efecto?

 

(*) Estudios realizados por Giacomo Rizzolatti.