El líder que se conoce a sí mismo es capaz de mostrarse tal como es. Esa autenticidad es vital para crear confianza y ésta es la que mantiene el enlace emocional entre el líder y los que le siguen. La confianza se consigue como consecuencia de sumar la competencia personal, la conexión y el carácter.
Neil Armstrong comandaba la misión del Apollo XI que puso al primer hombre sobre la superficie lunar. Desde el centro de control de la misión se monitorizaban permanentemente las constantes vitales de los astronautas. En los momentos más críticos, los instrumentos mostraron que el ritmo cardiaco de Armstrong era un 30% más rápido que el de sus compañeros de misión, Buzz Aldrin y Mike Collins: su confianza en la destreza y competencia de su líder les permitían afrontar la misión con mucha tranquilidad.
La conexión se consigue desde el interior y, en cuanto al carácter, el general Norman Schwarzkopf, que mandaba las tropas norteamericanas que reconquistaron Kuwait en la operación Tormenta del Desierto, decía que el liderazgo es el resultado de una combinación potente entre estrategia y carácter y que si tuviera que prescindir de una de las dos, prefería abandonar la estrategia.
Para que este liderazgo que conecta con carácter y competencia llegue a los demás es necesario que se establezca una plataforma de conversaciones entre el líder y los círculos más próximos de seguidores. Se llama plataforma de conversaciones porque en ella se intercambian los elementos de información, opinión y juicio que hacen falta para compartir la visión y convertirla en objetivos concretos.
Chris Galvin, que fue presidente de Motorola a finales de los 90 decía que innovación sin ejecución era como una alucinación. La visión no sirve para nada si no se puede declinar de inmediato en objetivos concretos. El ejercicio del liderazgo parte de que la visión que el líder articula y comparte con el círculo de sus seguidores se convierte en objetivos y éstos son compartidos y discutidos dentro de este círculo. Esta conversación lleva al compromiso entre los miembros de ese círculo para desarrollar las acciones que lleven a la consecución de los objetivos. También se comparten cuales serán los retos, los obstáculos y los medios necesarios para llegar a la meta.
Ese ejercicio de conversación conduce a dos cualidades clave: la consciencia y el compromiso. Sólo desde estas dos condiciones es posible la transformación duradera.
En esto, el liderazgo y el coaching andan muy parejos pues en ambos casos se parte de una situación actual, una visión a la que se quiere llegar y un compromiso personal para poner en marcha las acciones necesarias para llegar a ella.