Liderazgo y espiritualidad

“Para cultivar la espiritualidad es suficiente con profundizar en el conocimiento de uno mismo y mostrarse a los demás tal y como uno es.”
Por Luis Ezcurra, Executive Coach y Partner de Augere

Últimamente he oído hablar mucho sobre la conveniencia de acercar la espiritualidad a la empresa y a sus líderes. Siempre que alguien me habla de esto, en seguida se preocupa de dejar claro que no se trata de la religión, sino de buscar un sentido a lo que hacemos en la empresa que esté por encima del mero resultado económico. Es un tema difícil de explicar porque manejar el concepto de espiritualidad sin hablar de religión parece un poco complicado de entrada, aunque los grandes gurús del liderazgo y del management tratan del alma del líder con toda naturalidad. Deepak Chopra, por ejemplo,  titula “El alma del liderazgo” a uno de sus libros.Alma, propósito, valores… son conceptos que se manejan como parte esencial del liderazgo.

Pero cuando hablo de espiritualidad me refiero a la capacidad de un líder de conectar desde dentro, desde su yo interior. Por supuesto que su propósito, sus valores o su alma forman parte de él y se revelan en esa conexión. Pero el enganche que consigue un auténtico líder no se produce como resultado de un proceso de convencimiento racional. Es más, la conexión real es afectiva y emocional. A veces es inmediata y se produce en el nivel subconsciente. Una mirada o una expresión bastan para transferir la energía necesaria. Un pequeño gesto o una frase son suficientes para que el seguidor conecte con el alma del líder y la ayude a conseguir que su visión se haga realidad.

La sociedad occidental moderna otorga valor al éxito que se obtiene en el ámbito profesional y económico. Se entiende que una persona  que triunfa es aquella que ha llegado muy alto en su escalera profesional o que ha conseguido ganar mucho dinero. Sin embargo, no existe ninguna correlación estadística entre el éxito profesional o la riqueza y la felicidad. Ser rico o ser presidente de un gran banco, o de una multinacional no son garantía de felicidad (Claro que tampoco lo son de lo contrario).

Para cultivar la espiritualidad es suficiente con profundizar en el conocimiento de uno mismo y mostrarse a los demás tal y como uno es. En las interacciones el líder ha de transmitir no sólo los objetivos que quiere conseguir, sino también el propósito por el que esto se hace, las emociones que va a generar este proceso, los aprendizajes que se van a alcanzar, los retos, la importancia de los logros… Todo este conjunto de valores, experiencias, competencias, emociones y sentimientos que se ponen en juego forma la materia en la que se ancla la confianza de los que le siguen.